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—Ya me voy, Guille.

—¿Estás seguro? Carlos, no es necesario que te vayas, en serio. A mí me gusta vivir contigo.

—Y a mí, pero no puedo seguir aquí.

—¿Por qué?

—Porque, si sigo aquí, mis ganas de besarte y estar contigo crecerán... y no puedo permitirlo.

—Carlos, yo... y-yo no...

—No importa, Guille. Él es un chico afortunado... espero que sepa cuanto vale el gran tesoro que tiene a su lado. Adiós, tortuguita.

—Adiós, parguelita.

Carlos sonrió y abrazó con fuerza a Guillermo, para después tomar sus maletas y salir de casa.

—¡Hey, parguelita! —gritó Guille desde la puerta.

Carlos se dio vuelta y lo miró. Guillermo corrió los pocos metros que los separaban y lo volvió a abrazar, pasando sus brazos por su cuello. Al separarse, dejó un corto beso en sus labios.

—Gracias por todo.

—No, Guille... Gracias a ti.

Vegetta777 | wigetta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora