Mejorar

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--Ya llegamos cariño--escuché que dijo mi padre moviendome el hombro para despertar.

Me desperecé y fijé mi vista en la casa que estaba al frente mío, desde que mi padre se la había comprado hace unos meses-específicamente luego de todo el problema con mi madre-tan solo la ví las pocas veces que lo visité.

Abrió la puerta luego de apagar el auto, fue hacia la maletera y comenzó a sacar la valija que había tenido durante mi estadía en el hospital.

Aún tenía cosas que recoger para poder irme a Perú-lo cual era en dos días-así que había previsto visitar a Rydel en un rato.

Suspiré y bajé de auto con mi teléfono en mano, aproveché para responder algunos mensajes de amigos preguntándome como estaba, la noticia de mi caída había corrido como reguera de pólvora y todos querían comprobar si lo del embarazo era cierto.

Mi padre abrió la puerta y entró a la casa mientras yo seguía escribiendo.

Hasta que una llamada me sobresaltó y por poco dejaba caer el teléfono.

Era Ross.

Mierda.

Entré a la casa y verifiqué que mi padre no estaba cerca para contestar.

--¿Hola?

--¡Laura! ¿Donde estás? Acabo de llegar al hospital y me dicen que ya te dieron el alta...¿qué está pasando?

--Sí, me la dieron en la mañana...

--¿Y por qué diablos no sabía nada? ¿estás en casa de Rydel...?

--Ahora voy hacia allí, Ross tenemos que hablar.

--Pff... eso sonó como a ruptura--rió e involuntariamente resoplé lo que cortó su risa--Espera... ¿eso es...?

--Hablamos allí--corté la llamada antes de que dijera algo más, necesitaba mantenerme firme en mi decisión.

Corrí hacia la que era mi habitación, que por cierto jamás había usado, y tomé mi maleta que por suerte mi padre había dejado allí, saqué un vestido ya que debido al corte que tenía en el vientre-producto de la pérdida de mi bebé-no me permitía usar jeans o cosas apretadas en un tiempo.

Entré a la ducha rogándole a mi pequeña que me diera las fuerzas necesarias para seguir con lo que tenía en mente.

*

Rydel me abrazaba, y sí también me asfixiaba, creo que ya llevaba cinco minutos así.

--¡Estoy tan feliz de verte bien!

Bien por fuera, quise decirle, porque por dentro siento que me estoy muriendo lentamente.

--Se nota que lo estás.

Por fin me soltó y justo en ese instante el timbre sonó lo que hizo que ella corriera a abrir.

Si puedo hacerlo.

Ross entró a todo prisa y al verlo, con el cabello despeinado y unas ojeras marcadas la determinación que tenía casi se va al tacho.

Casi.

Rodeó mi cuerpo con sus brazos y no pude evitar sentirme relajada.

Estaba en casa.

Lo abracé fuertemente e inspiré su aroma negándome a llorar.

Todo esto era por nosotros.

Sacó sus manos de mi cintura y fueron directamente a mi rostro, el cual atrajo para besarme.

Ups... Me enamoré | PE2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora