Capitulo 3

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Capitulo 3

Jay se levantó de la cama. Aun no entendía como las patas del mueble no se habían roto después de la cabalgada que Jasmine le había dado. Por lo menos él se había podido desahogar. Y ella se había corrido como mínimo seis veces. Fue a buscar algo para beber, una cerveza, champagne frio… cuando vio el portátil. 

- Mierda – se quejó. – me olvidé de vigilar a __________. 

Ya eran las cinco de la tarde y el centro de masajes debería estar abierto. En cambio, había policías por todos lados. La rubia secretaria de la mañana lloraba desconsolada, hablando con un inspector.

- ¡Joder! – no veía a _______ por ningún sitio.

Ella era la involucrada, le había pasado algo. Y por una puta distracción, la había perdido. No podía dejar que la policía se encargara de ese caso. Echó la cámara un par de horas atrás. Vio que Alexander estaba allí de nuevo.

– Te tengo – murmuró sonriendo y dando un trago a su bebida. – Se dónde vives Alexander, te vas a cagar – dijo para sí mismo. 

Jasmine lo rodeó por atrás.

- Vuelve a la cama conmigo… - dijo dejándole un rastro de besos por el hombro. – Ven…

- No, tengo trabajo. – Jay se puso los pantalones y el jersey.

Volvió a colocarse las botas y una AK 47 que guardaba en su almacén privado. 

- Jay… 

- Te dije que no. Metete los dedos o busca a otro de la oficina. – Ladró Jay –. Tengo trabajo. -‘Y si __________ muere, será por mi culpa… por distraerme.’ Pensó él–. Así que me voy. 

Salió dando un portazo y dejó a la excitante morena en medio de su salón, desnuda. 

- ¡Mierda! – murmuró.

Cogió su teléfono y marcó rápidamente a alguien

–Estate atento, va para allá, no lo he podido detener – cerró el móvil, sonriendo.

– Hay… Jay… que pena que no hayamos podido disfrutar más… eres un amante demasiado bueno para terminar muriendo de esta manera tan ordinaria. – fue hacia la habitación de Jay y empezó a vestirse, dispuesta a marcharse, habiendo terminado su trabajo.

- ¿Dónde te escondes pedazo de hijo de puta? – dijo tirando la puerta al suelo –Alexander, sal si no quieres que te despelleje vivo, animal. 

Se escucharon unos tiros casi rozando su sien. Jay se agachó, rodando hasta que estuvo cubierto por un sofá. Sus ojos se adaptaron a la poca oscuridad. 

- Sabes de lo que soy capaz, idiota. Dame a la chica y nadie saldrá herido. – Aun que eso no se lo creía ni Jay. 

- Deja que me lo piense – dijo irónico Alexander, aun que era lo único que Jay quería: que hablara. Ya lo había localizado, y __________ no estaba con él – No.

- Demasiado tarde. 

Rac, rac, rac… 

Preciosa Ak 47 se preparó y empezó a disparar sin cesar justo en el sitio en el que Alexander se escondía. 

Después, silencio. 

Jay se levantó lentamente y fue donde estaba el cuerpo tendido de Alexander. Lo movió con el pie. Pero pronto sintió una punzada. 

- Muere como un buen hombre cabrón – Jay le disparó a carne viva–. No se vale hacerse el muerto. – Rió, asegurándose de que Alexander, el criminal, ahora si estaba completamente muerto. Se agachó para quitarse el cuchillo que le había clavado en el muslo. - Ah… - lo lanzó junto al cuerpo–. Hijo de perra, otra cicatriz más por tu culpa. 

Encendió una luz y observó la casa. Vio una escalera. Subió con cuidado de que no hubiera más agentes de aquella mafia rusa, como Alexander. Tiró la primera puerta al suelo. Nadie, nada. 

- Mmmh… - (un gemido). Se dirigió hacia la habitación donde provenía. Abrió la puerta y se encontró con_________ semidesnuda, atada en una silla y amordazada.

- Oh, no. – Jay sonrió, negando con la cabeza – Que chico más malo, no sabe que esto no se le hace a una mujer. 

Desabrochó la mordaza de ____________.

- ¡Desátame, joder! – fue lo primero que dijo-. ¿Quién eres? Espera… yo te conozco. – Jay alzó una ceja, divertido–. Esta mañana te he atendido… ¡Oh dios mío, estoy rodeada de locos! 

- Muñeca, cállate si no quieres que te amordace de nuevo. Yo soy de los buenos. 

- Ya claro, ¿y cómo lo sé yo? Pensaba que Alex… - no tuvo tiempo de terminar, pues Jay la amordazó de nuevo. La desató de la silla pero no le desató las manos ni los pies. 

- Mejor prevenir que lamentar. Estás más guapa quietecita y calladita–. La cargó en sus fuertes hombros hasta su Lamborgini negro.

Protégeme - Jay McGuinessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora