CAPÍTULO UNO.

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Hoy es martes, el día más cansado de toda la semana para María, ya que todos los martes le toca hacer guardia en urgencias, y no es que le disguste, todo lo contrario, ella ama su trabajo y todo lo que tiene que ver con el.
María está especializada en traumatología, así que se estaba preparando para atender a un niño de 9 años que se había hecho daño jugando al fútbol. Se adentró en la consulta donde la esperaba el pequeño, no sin antes meterse una piruleta en el bolsillo de la bata para luego entregársela.

-Hola pequeñajo, ¿cómo te llamas?- saludó María amablemente, le encantan los niños- yo soy María.

-Me llamo Diego doctora, pero ya no soy un pequeñajo, tengo 9 años.- respondió el niño sacando pecho, a lo que María rió.

-Claro que sí, perdóname, y ahora hombretón cuéntame que te ha pasado.-sonrió María agachándose a su altura.

-Me caí jugando al fútbol y me duele mucho el pie.-Se señaló el tobillo.

-Vamos a ver que tenemos aquí.- la doctora se acercó a inspeccionarle el tobillo y el niño hizo una mueca de dolor.- Vaya, vaya tenemos que hacerte una radiografía campeón, para asegurarnos de que no tienes nada grave.- María se giró hacia la madre del chico.- En un momento se acercarán unas enfermeras para llevárselo a la sala de rayos x para asegurarnos de que solo es un esguince y no alguna fisura o algo peor.

-Gracias doctora.-respondió la madre.

María se volvió a agachar a la altura del niño y le entregó la piruleta.
-Y esto es por haberte portado como un hombrecito.-se despidió y salió de la consulta.

Justo cuando María salía de la consulta donde se encontraba el pequeño, la interceptó una enfermera diciéndole que la necesitaban con urgencia, que acababan de traer a una pareja que había sufrido un accidente y tenía que revisar al chico ya que la mujer había fallecido en el acto.
Acto seguido María salió disparada hacia donde le había indicado la enfermera y se encontró a un chico bastante magullado.

-Hola buenas, soy la doctora María Hernández y vengo a revisarle si me permite.-Saludó acercándose a él.

El hombre que hasta ese momento se encontraba tumbado hacia la pared, se giró hacia ella y se quedó paralizado, aquella chica era idéntica a su ahora fallecida novia, no podía creer lo que estaba viendo.
-¿Laura? ¿Eres tú?- preguntó el hombre sorprendido, no podía ser, era prácticamente imposible.

-No, lo siento señor, le acabo de decir que soy la doctora María.

-Lo siento, todavía sigo aturdido- respondió intentando levantarse, pero se le escapó una mueca de dolor.

-Espere no haga esfuerzo en su estado, podría ponerse peor.-
María intento acercarse para ayudarle a ponerse de pie, pero él la apartó.

-No, déjeme, me puedo levantar solo.

-Usted sabrá, yo solo intentaba ayudarle. Y ahora por favor, haga el favor de quitarse la camiseta con cuidado, necesito revisarle.
El hombre obedeció en silencio y María siguió su trabajo, mandando después que le hiciesen todo tipo de pruebas para asegurarse de que no hay ningún tipo de daño interno.

Al cabo de un rato María volvió con el informe médico en sus manos.

-Bien, señor-María miró el informe médico que traía consigo para saber el nombre del paciente.- Izan Torres, usted ha sufrido varias lesiones, ya que el golpe ha sido bastante fuerte, tiene dos costillas fracturadas y una fisura en el brazo derecho, a parte de varios traumatismos en pecho y espalda, pero dentro de lo que cabe esta bastante bien, ha tenido mucha suerte, ah, y siento lo de su novia.

-No lo sienta, no ha sido culpa suya- respondió Izan sintiendo un fuerte opresión en el pecho, no podía evitar sentirse culpable de lo que había pasado.

María le sonrió y se marchó dejando a un Izan bastante desconcertado y pensativo debido al gran parecido de la doctora con su novia, es como si fuesen gemelas.
Pronto averiguaría de que se trata todo esto y de dónde venía tanto parecido.

Otra vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora