HimuFuku-Gregomulcia

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Parafilia: Gregomulcia: se da siempre dentro de una multitud. La persona que la padece tiene una excitación por ser manoseada por un desconocido.


Pareja: Himuro x Fukui

Advertencia: Lenguaje Soez, Lime, Violencia.

Narrador en primera persona (Fukui)

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Desde que era muy joven hay algo que me avergüenza, es un secreto oscuro que proviene de las continuas tocaciones que me daba un amigo de mi padre, así de turbio y torcido es mi secreto, me excita demasiado que me manoseen y que cualquier desconocido me acose, es raro, pero siempre fantaseo con eso, frecuentemente me masturbo pensando

en cómo un extraño me acaricia frente a otras personas y se frota en mi mientras me susurra cosas obscenas.

Mi nombre es Fukui Kensuke, tengo 23 años y un trabajo en el centro de Tokio en una tienda, por lo que durante muchos años me he movido en el metro de la ciudad, cuando me di cuenta que tenía esa extraña parafilia fue en una ocasión en la que vi a un hombre acosar a una chica, recuerdo que fui un desgraciado al haberlo permitido, pero la escena me puso tan duro que solo actué cuando estaba a punto de violarla.

Mi fantasía es que alguna vez alguien me toque así, como mi desvergonzado tío, como lo hizo aquel tipo del vagón.

Al ser hombre me resulta bastante complicado lograr aquella fantasía, no me considero un chico mal parecido, pero la mayoría de los degenerados que gustan de manosear prefieren a las mujeres por obvias razones, aunque últimamente he escuchado rumores de un sujeto que entra en los vagones ya tarde y ataca a muchachitos varones desprevenidos, varios de mis compañeros han contado esto, incluso uno de los dependientes dijo haber sido casi atacado por aquel hombre que viste de negro, yo cada día deseo que me toque a mí, pero jamás he visto a ningún personaje así, incluso me he ido más tarde de lo acostumbrado a ver si tengo suerte, pero nada.

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Ese día me subí al último metro, no fue buscado, lo juro, mi jefe me pidió quedarme al inventario y ¡Joder! sí que fue largo.

Me quedé de pie, no acostumbraba a sentarme, tenía la costumbre de sentir a la gente rozarme o tocarme por casualidad, al ser el último tren iba algo lleno, a esa hora cada uno de los pasajeros estaba en lo suyo, con audífonos o semi dormidos en posiciones incómodas,

El metro paró en una de las estaciones, extrañamente estaba desierta, sólo subió un hombre más alto que yo que traía una gorra de color negro, se me hizo algo sospechoso, sin darme cuenta cuando la máquina comenzó a moverse sentí un cosquilleo en la nuca, estaba detrás mío, mis sentidos se aceleraron, iba a voltear, pero me susurró al oído algo.

— Si te mueves te mato. — Puso un objeto punzante en mi espalda.

Sentí como comenzaba a colar su mano dentro de mi pantalón, ¡Por Kami que se había hecho el milagro! Muy por el contrario al prototipo de degenerados que solía tener que eran viejos calvos, gordos, hediondos, este sujeto era todo lo opuesto, alto y atlético, uno de sus brazos me apretaba, noté su pene duro sobre la ropa.

— Tranquilo, no me moveré, ni gritaré por ayuda, no me mates, voy a cooperar. — supliqué con fingida desesperación, divisé el reflejo del tipo en el vidrio de la puerta del vagón, si bien el rostro lo tenía tapado la mitad con un flequillo, pude divisar un coqueto lunar, era atractivo, comenzó a tocar mi miembro por debajo, se dio cuenta que mi cuerpo reaccionó de forma positiva, porque volvió a hablarme en un tono ronco.

— Pero qué puta eres, te toqué un poco y ya estas todo mojado. — Sacó su mano y sus dedos tenían resto de líquido pre seminal, me avergoncé un poco.

Parece que eso le complació mucho, guardó la pequeña cuchilla y me tomó con ambos brazos rodeando mi cintura para apegarme al vagón, comenzó a morderme el cuello, yo solo gemía despacio, así era cómo quería que fuese, aunque la gente a mi alrededor no se daba por aludida, seguramente pensaban que éramos una pareja gay "calentona" o nos ignoraban porque a esa hora nadie iba pendiente de lo que pasaba.

Él volvió a meter su mano en mi ropa interior y comenzó a masturbarme, sentía su erección sobre mi culo y eso no hacía más que excitarme, no me había dado cuenta, pero un par de mujeres nos miraban de manera incómoda, yo intente callar mis pequeños gemidos, ellas solo avanzaron hacia el otro vagón, con esto me corrí, pero él quería algo más, lo noté cuando sus dedos fueron por mi entrada abriéndola dolorosamente.

Finalmente me bajó los pantalones y la ropa interior, se frotó un rato en mi culo y me penetró de manera abrupta, gemí fuerte, el cabrón me la puso sin condón y parecía que me iba a romper, me mordió el hombro, me dolía, pero seguía empalmado.

Después de un rato se corrió y mucho yo también me fui un poco antes dejando mi semen contra la ventana del metro, el muy desgraciado se arregló la ropa y se bajó en la siguiente estación, me dejó ahí con el trasero chorreando su esencia, agitado y todavía excitado, me limpie como pude, me dolía bastante, caminé hasta mi casa bastante feliz, por haber hecho realidad mi fantasía.

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Ok el enfermo aquí no era Himuro...

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