1 - Él

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Él

Mi trabajo suele terminar a las dos de la mañana. Salgo de la heladería media hora antes con los últimos pedidos de helado, los entrego a sus respectivos compradores y luego vuelvo a mi casa con la tarea de llevar el dinero al día siguiente.

Pero este día en particular, justo en el que más cansado me encuentro, surge un imprevisto.

Hay muchos que dicen que tu vida puede cambiar en un día, que los giros inesperados surgen de un momento a otro, que uno jamás se los espera; simplemente suceden y te ves caminando por nuevos rumbos.

Este es uno de esos giros, pero lo único que logra cambiar es mi buen humor.

He tenido un día largo y lo único que quiero es poder llegar a mi casa y dormir. Pero cuando subo a la motocicleta, luego de entregar el último kilo de helado, suena mi celular. Los llamados a esta hora nunca son buenos y este no sale de lo común: pedido de última hora que requiere de mi entrega.

Vuelvo a la heladería enojado con ese comprador que parece no conocer los horarios en los que un pedido es aceptable. No lo conozco, pero ya se ha ganado mi odio.

Antes de salir miro la hora y mi mal humor incrementa al ver que ya pasaron las dos de la mañana. Mis horas de sueño empiezan a verse reducidas.

Avanzo por las calles nocturnas a una velocidad mayor a la que estoy acostumbrado, dos semáforos retrasan mi viaje; maldigo cuando no alcanzo la luz verde. Lo único que agradezco al destino es que haya puesto al comprador justo camino a mi casa, hubiese sido un chasco tener que atravesar media ciudad para lograr regresar.

Llego quince minutos más tarde mientras pienso que lo mínimo que puede hacer es darme propina por esto extra que estoy haciendo, aunque dudo que eso logre suplir mi descanso robado.

Es un edificio de apartamentos, así que toco el timbre del que está indicado en el papel y espero.

—¿Si? —pregunta una voz femenina.

—El heladero —respondo cortante. Las ganas de dormir me juegan en contra.

No agrega nada más y escucho el clic de la puerta de entrada.

Subo por las escaleras pensando en aclararle a esa loca de los helados el horario correspondiente en el que deben hacer los pedidos.

Golpeo la puerta con las palabras empujando para salir.

La puerta se abre.

Y las palabras retroceden.

Quizás hubiese podido decírselo si no me hubiese encontrado con un rostro lloroso, que intentaba ocultar su pena con una sonrisa muy débil.

***
¡Hola!
Volví sin previo aviso. Sinceramente no esperaba empezar a publicar algo nuevo, pero no me pude resistir.
Espero que les haya gustado este primer capítulo y espero que me acompañen en la segunda parte de esta serie que inició con "Amor al volante". No hace falta leer la primera para leer esta ya que no están unidas, son historias independientes.
Las actualizaciones serán lentas, salvo que la inspiración me atrape algún día y termine de escribirla; entonce sí serán mas seguidas. Todo depende del destino y del tiempo.
¡Muchas gracias por leer!



Amor a domicilio (Amor sobre ruedas #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora