Amor a domicilio (Amor sobre ruedas #2)

77 - Ella

Ella

Me ve y se pone de pie de manera automática. Aun no logro reaccionar... pasó mucho tiempo desde la última vez que lo vi y no logro ordenar la situación en mi cabeza.

Me acerco casi sin darme cuenta y escucho que me saluda, pero no logro pronunciar palabra.

—¿Cómo estás? —me pregunta al ver que no digo nada... Y algo en mi mente me dice que se acordó muy tarde de preocuparse por eso.

—¿Qué haces aquí? —logro soltar.

—Quería saber cómo estabas...

No lo entiendo. No comprendo. ¿Tanto tiempo tardó en preocuparse por ver cómo estaba? ¿Tanto tiempo de sufrimiento y recién ahora se acuerda?... Justo cuando opté por poner un punto final... No entiendo y me da bronca.

Entro al edificio y llamo al ascensor, queriendo huir rápido de allí. Veo que él también entra y decido ir por las escaleras. El avanza detrás de mí sin ningún apuro. Una vez que llegamos al apartamento, dejo la puerta abierta para que entre y me acerco a la mesa para dejar la mochila y las carpetas que traía conmigo. Luego me cruzo de brazos frente a él, intentando apagar el torbellino de emociones que se está generando en mi interior.

—Estoy bien. ¿Qué haces aquí?

Entonces deja de fingir y logra contarme su verdadero objetivo. Me pregunta cuánto tiempo me falta para terminar mis estudios y cuándo podría buscar otro apartamento para alquilar. Aquella pregunta me sorprende, pero en el fondo lo entiendo. El apartamento es de él, lo ha comprado cuando llegamos a la capital. Cuando terminamos me dejó permanecer allí por un tiempo... tiempo que se convirtió en seis meses.

—No lo he pensado aun... supongo que el año que viene podré.

Noto una reacción rara en su rostro.

—Verás, Paula está embarazada y... nos gustaría poder venir a vivir aquí. Podría darte seis meses más, pero no creo más de eso.

Lo que me cuenta me deja helada una vez más. No quiero pensar demasiado en lo que me dice, pero me es inevitable. Siento un nuevo vacío abriéndose paso en mi interior y no quiero caer dentro. No quiero.

—Claro. Está bien. Seis meses. Genial.

—¿Segura?

Asiento y me dirijo a la puerta principal para abrirla e indicarle que se vaya.

—Segura.

Tarda en reaccionar. Se detiene para despedirse. Susurro un chau muy leve. Y apenas pone dos pies afuera, cierro la puerta y me hundo.