Miracles

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Louis odia la navidad y ama a Harry. 

Harry cree en los milagros de navidad y ama a Louis. 

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Louis deseaba amar la navidad. Anhelaba esperar la navidad con cosquillas en el estómago y sonrisas que dolieran.

La realidad es que la odiaba. Le dolía pensar en aquello. No estaba feliz con el oscuro sentimiento, sin embargo, cuando pensaba en el día repleto de paz y felicidad, él solamente encontraba nostalgia. No estaba seguro si su antipatía era dirigida a la navidad en sí misma o al ideal que él tenía sobre dicha festividad. 

Desconsuelo subió por su pecho al pensar en todo lo que él quería que suceda durante las navidades, en todo lo que sabía que ya no iba a suceder más.

El problema es que cuando faltan risas al abrir regalos y sobran estrellas en el cielo, ya no es tan divertido esperar a Santa.

Las cajas vacías que se encontraba apilando cedieron sobre él, desparramándose en el suelo del frío almacén. Soltó el aire despacio, buscando ahorrarse las ganas de patear el montón de cartón a sus pies.

- Enseguida lo recojo –anunció hacia sus compañeros, quienes asintieron en respuesta.

Empujó las puertas de salida con fuerza y se apresuró a pasar por el montón de personas que invadían los pasillos de la juguetería en la que trabajaba.

No entendía por qué las personas realizaban sus compras a último momento. El caos de nervios, enfado y frenesí que creaban no hacía más que aumentar el dolor en su cabeza.

Inhaló una bocanada de refrescante aire gélido apenas consiguió colocar un pie fuera de la puerta de servicios. Palpó su bolsillo trasero y suspiró con consuelo al hallar su cigarrillo de reserva, aquel que separaba del atado para no quedarse sin nada en caso de olvidar ir a comprar un nuevo paquete.

Gimió al recordar que su encendedor había dejado de funcionar por la mañana. Levantó la vista con esperanza y sonrió al visualizar que no era el único tomándose un descanso.

- Hey, compañero, ¿tienes fuego? –el chico sentado sobre el barril que utilizaban como taburete giró hacia él. Sus ilusiones se desvanecieron instantáneamente -. Olvídalo.

Harry sonrió a la vez que encogía sus hombros a modo de disculpa. Louis comenzaba a creer que había cometido alguna especie de pecado y Dios lo estaba castigando. De todos los empleados con los que compartía turno, él se topaba con el único que no fumaba.

- Es un caso serio de nervios si no puedes reconocerme –bromeó Harry-. Tengo chocolate, he oído que calma la ansiedad –estiró su mano, ofreciendo el final de una tableta del delicioso dulce.

- Gracias, cariño –aceptó sonriente. Debía desviar la atención de Harry pronto si no quería su preocupación sobre él. 

Por supuesto, no funcionó. Harry ladeó la cabeza y frunció el ceño mientras estudiaba su rostro.

- ¿Hay algo mal, Lou?

Pensó en las posibilidades que tenía de simular cansancio, sería creíble dado la época del año en la que se hallaban y lo difícil que era lidiar con clientes. Por otro lado, sabía que tarde o temprano su mejor amigo lograría sonsacar cada una de sus perturbaciones.

- No es gran cosa –parpadeó seguidas en un pobre intento de quitar la humedad que comenzaba a nublar su visión-, mamá y las chicas no podrán venir.

- Lo siento, Lou.

- Está bien, no es la primera vez que sucede, sobreviviré un año más. Llamarán para hacerme saber si pueden viajar al día siguiente.

One Shots LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora