Incoherencia

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Era extraño, todo se sentia diferente, no conseguia reconocer nada de lo que le rodeaba, no era ningun bosque de la colonia, ademas tampoco sabia que hora podia ser ya que no lograba ver en que posicion estaba el sol. Cuando se levantó, escuchó una voz que dijo:

-Encuéntrame y se digno de mi regalo.

La voz parecía que viniese de todos lados y sonaba a la de una mujer.

Adelar se puso en marcha aunque sin saber muy bien donde ir, no recordaba mucho, solo que habían entrado en la habitación y que su madre le preguntase a la forastera su nombre...

Kalene.

No se oía a nadie, ni ningun pájaro, ni nada parecido, eso le extrañaba dado que en los bosques de la colonia siempre había movimiento, pero allí parecía estar todo demasiado tranquilo, demasiado irreal.

Cuando llegó a un claro había un pequeño lago en el cual no havia movimiento alguno. Al lado de la orilla se encontraba Kalene, estaba de cara hacia el, extrañado se acercó exclamando:

-¡¿Qué clase de bosque es este?! ¿Acaso es algun tipo de engaño o truco?

-Sinceramente no entiendo como te ha podido escoger a ti. *Dijo ella con algo de soberbia.

-¿Escogerme?¿Quien debería escogerme?

-¿Quien crees idiota...? Ni los mejores ilusionistas consiguen recrear una habitación a la perfeccion y te planteas que esto sea una ilusión corriente. Quien me ha hecho venir hasta ti es Ella. Cosa que no entiendo la verdad. *Diciéndolo con desprecio.

-¿Se supone que debo creerme eso?¿Crees que soy un necio?¿O un crio?

-Ya me advirtió de que te pondrías así.

-¿Asi? Que mas te dijo si se puede saber...

-Que te costaria creerla, pero que al final me creerías a mi. *Dijo la voz de antes, pero esta vez desde detrás de el.

Adelar se giró algo asustado ya que no había escuchado a nadie detrás suyo, era una mujer o eso parecía ya que era mas alta que ninguna otra que hubiese visto antes, tenia dos astas en la cabeza, de color blanco que se alzaban casi un metro por encima de su cabeza. Tenia el pelo blanco y tan largo que le llegaba hasta la cintura. Su rostro dejaba ver que era una mujer madura y bella, sus orejas no acababan en punta y en sus ojos parecía verse el cielo estrellado de la noche. Vestia una tunica blanca con pequeñas costuras doradas y su piel era del color de la canela, en el cuello llevaba un colgante con varias piedras que parecían brillar por si solas a excepción de una, la misma gema blanca que llevaba Kalene al cuello, pero ya no brillaba como las demas.

-Gracias Kalene, ya os dejaré luego para que charléis.

Dicho eso Kalene desapareció en frente de sus narices.

Al momento despertó en la cama y se incorporo, estaba rodeada de guardias los cuales no tardaron en darse cuenta e ir uno de ellos a avisar a Nerissa la cual les había dicho que si pasaba algo se lo notificasen. Ella estaba junto a Adelar a un lado de la habitación donde lo dejaron, no paro quieta en todo ese rato, estaba tan nerviosa que no quiso sentarse. Casi no hizo falta que entrase nadie a avisarla ya que a los guardias se les escucho desde la habitación.

Corriendo a donde estaba ella y con la mano en su estoque, el cual nada mas pasar por la puerta desenvainó, la agarró del cuello y apuntándola con él le gritó:

-¿¡Que le has hecho!?

-Facilitarle las cosas. *Dijo Kalene tranquila.

Tocados: FloraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora