Capitulo 1 : Infierno en la tierra

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—¿Quién lo hubiera pensado?, ni en mis mas locas fantasías se me habría ocurrido que algo así sucedería.

Esa mañana salí temprano del gimnasio, guarde apresurado mis guantes de boxeo y salí corriendo hacia la farmacia.
Hace unos días Jhosep K. Bragg, el multimillonario genio de la genética y fundador de Bragg corp, lanzó al mercado la auto-proclamada pastilla milagrosa.                                                             Dicha pastilla aumentaba exponencialmente la energía producida por cada célula del cuerpo, dando así mas expectativa de vida, otorgando fuerza, salud, capacidades motoras y mentales que dejarían en vergüenza al promedio.
La razón del porque salgo tan apresurado, es por lo que él anunció de repente, las calles estaban llenas de gente, todas dirigiéndose al mismo lugar, como polillas a la luz, y de forma muy inconveniente para mi, se formo una enorme fila alrededor de la farmacia, decidí entrar antes que se hiciera mas grande, no busque otra porque sabía que estarían igual o peor.
Ya faltando 10 personas para que me tocara a mí me puse a pensar en la conferencia que dio aquel magnate.

—Ejem...Ejem , carraspeo su garganta antes de hablar.
Un hombre totalmente bien arreglado, cabello negro y bien peinado vistiendo un traje negro pulcro, se vería bien salvo por unas ojeras totalmente vistosas.

—Después de mucho meditar, decidí que este hallazgo no se debería vender.
Por ende... se entregará gratis a cada país del mundo sin excepción alguna.-dijo.

Cuando termino de hablar 6 hombres vestidos de negro lo rodearon y lo sacaron de allí tan rápido que ningún reportero pudo hacer una pregunta, la conmoción era inmensa, los periodistas salieron corriendo a reportar la noticia, al cabo de minutos ya se estaban imprimiendo los periódicos y la noticia inundo las redes sociales llegando al oído de todas las personas del mundo. 

—Joven ... joven ... JOVEN.

La insistente llamada de la señorita farmacéutica me trajo de vuelta a la realidad.

—Deme 4 de esas pastillas por favor.

Salí de allí una vez me dio las pastillas y tome el tren hacia mi casa.

Todavía eran la 1 pm, mamá  debe de estar haciendo el almuerzo, papá  regresando para comer y mi hermano haciendo sus deberes.
El viaje de regreso fue aburrido,no había nadie en las calles, una vez en mi casa les entregué a cada uno las pastillas y las tomamos casi al mismo tiempo, cada uno regreso a hacer sus cosas, mamá  empezó a pelar las verduras y papá a desengrasar su herramientas, yo me senté a revisar mi celular.
Y... todo se apago de repente, no podía escuchar nada, no podía sentir nada.
Cuando recobré  la consciencia tenía a mi hermano sujeto del cuello, lleno de sangre y heridas.
Lo solté  y vomitó sangre, mire a todos lados y ví a mis padres, vecinos, gente que nunca había visto, todos ellos estaban tirados en el piso, cubiertos de sangre, a algunos le faltaban partes del cuerpo, todos ellos ya estaban muertos.
Empecé a llorar, cuando intente levantarme se me escapo un grito de dolor, tenía un cuchillo y una llave inglesa incrustadas en la espalda.
Me los quite aguantando las ganas de gritar, se escuchaban pasos acercándose, estaba asustado pero ya no tenia fuerzas, las uñas de mis dedos ya no estaban y las heridas de mi espalda me estaban matando, no sabía lo que pasaba solo quería rendirme.
Caí al lado de mi hermano y me quede esperando a mi destino, dos personas llegaron muy calmados,  vestían trajes,  negros con lentes de igual color, eran dos sujetos un hombre de mediana edad con, cabello negro y cano, corto, y una chica que rondaba los 25 años, de cabello castaño y largo, parecía poco amable.

—Que asco, esto es horrible,  se mataron entre todos.-dijo el hombre.

—Silencio, se nos encargó buscar sobrevivientes y exterminar a los renegados, aunque dudo que haya alguno vivo.-dijo la chica.

O.M.A.DDonde viven las historias. Descúbrelo ahora