Capítulo 3: Recuerdos

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Estaba sujetado por sogas, un hombre tenía en su mano una gran jeringa y se disponía a inyectarme en el cuello mientras yo lloraba, la luz de la luna se filtraba por una pequeña ventana, iluminando la habitación que estaba atestada de instrumentos quirúrgicos, algunos con sangre, me sujetó del mentón y me inyectó en el cuello, deje escapar un grito ahogado.

—¡Papa! ... ¿¡Porque!?.-susurre.

Desperté, la cabeza me dolía, me sujete la cabeza y mire la habitación, estaba en un cuarto de hospital cualquiera cuando una linda enfermera entro al cuarto y se acercó mirándome.

—Deberías descansar más -dijo.                                                                                                                             Los niños pequeños deberían dormir más.

—¿Niño pequeño?-pensé.

—Parece que la marca de la inyección ya esta desapareciendo.-dijo.

Asustado, toque tembloroso en donde debería estar la marca después la mire y ella seguía sonriendo desvíe la mirada hacia mis manos, eran pequeñas, como las de un niño de 10 años.
Desperté gritando, estaba empapado de sudor y mi cabeza no dejaba de retumbar.
Elizabeth se sorprendió por mi grito, ella estaba en una silla a un lado de mi cama con un libro en sus manos.

—No esperaba que despertarás gritando -dijo.                                                                                              ¿Tuviste una pesadilla?.

Mi piel estaba pálida, y yo no paraba de temblar.

—¿Que me paso?-pregunté.

—¿Por donde comenzar?, desde un inicio esa no iba a ser una pelea justa.-dijo.

—¿Porque lo dices?.

Y de repente vino a mi memoria la imagen de Oliver tomando una pastilla.

—¿Que era lo que se tomó?-pregunté.

—Supongo que comenzaremos por eso-dijo.                                                                                                   Esa pastilla... ¿Cómo hacerlo simple?... es una especie de adrenalina, que aumenta la potencia motriz, se les da a los agentes antes de una operación, a de haberle sobrado de la anterior.

No le preste mucha atención a lo de la pastilla.
Al intentar levantarme mi vientre empezó a doler.

—¿No se suponía que yo sanara muy rápido?-pregunté. ¿Cómo es que me desangré?.

—Eso era lo siguiente-dijo.                                                                                                                                          Su cuchillo es especial, a diferencia de los comunes, el de él es hueco y lleno de poros en el mango se guardan varías  cápsulas muy pequeñas con una diferente sustancia en cada una, también tiene una pequeña rueda para escoger la sustancia y un botón de menor tamaño para que empiece a escurrir.
Lo que uso contra ti fue...

—Heparina -interrumpí sorprendido.

—Oh, sabes algo sobre medicina -dijo con algo de sarcasmo. Pero, de tantas sustancias, ¿Cómo se te ocurrió esa?.

—Es la única que encajaría perfectamente en una pelea, es mucho más efectiva si se agita con la sangre, en el calor de la batalla es casi instantánea, y si no se agita se crean micro coágulos que te afectarían gravemente.

—¿Leías muchos libros sobre medicina? -preguntó sorprendida.

—No, lo aprendí viendo Dr. House -dije riéndome.

O.M.A.DDonde viven las historias. Descúbrelo ahora