Esa mañana me quedé estudiando desde que había despertado hasta ya entrada la tarde. Al día siguiente tenía un examen importante y no podía distraerme con cosas mundanas y que no me traerían nada a la vida. Mis amigos, me habían invitado a salir, jugar algunos videojuegos y tal vez comprar una pizza o hamburguesas. Lo normal que se hace entre los jóvenes "tranquilos"; esos que no nos gusta (o al menos no tenemos la suficiente edad) para salir a emborracharnos. No, aún no. No podía distraerme con otras cosas que no fueran ese examen tan importante que decidiría mi futuro. Ya estábamos en los últimos escalones de la preparatoria, a unos cuantos de subir a la universidad. Y a como los adultos nos aconsejaban, había que tomarnos las cosas en serio, y empezar a madurar. ¿Cómo dice esa frase? "Primero el deber, y después el placer", algo así era, como me había convencido a mí mismo que tenía que pensar. Y no podía estar tan equivocado, ¿Verdad?
Al entrar la tarde mi madre me llamó para almorzar. La típica reunión familiar diaria. Nos llaman a cada uno: a mi padre, a mis hermanas y a mí. Para que vayamos a la mesa, más que para comer, para convivir. A mí esa costumbre no me molestaba siempre y cuando no interrumpiera alguna de mis importantes actividades. Y lo bueno, es que ya había terminado con mis deberes. Y ya podía relajarme y comer a gusto.
La comida era macarrones con queso, nada mal. Buen sabor, buen olor. Buena compañía.
―¿Cómo vas? ¿Ya terminaste de estudiar?
―Ya ―le contesté a mi padre, sin siquiera mirarlo.
―Qué bueno.
Mis dos hermanas estaban en su propia plática, hablando de esas cosas de mujeres que yo poco entiendo. Y mi madre, estaba casi tan distraída que no parecía ni saborear la comida. «Tendrá algún problema con el trabajo o algún pendiente» Pensé. Ser adulto era complicado, y eso lo sabía a la perfección. Era una lástima que el tiempo se hubiera comido tan rápido los últimos años y no me hubiera dejado divertirme lo suficiente. ¿Qué había hecho todo este tiempo? ¿En dónde había estado? ¿Con qué me había comprometido?
Antes de que pudiera contestarme a mí mismo (si es que podía hacerlo) el almuerzo terminó, y me hallé solo en la mesa. Me pareció escuchar algunos "provecho" mientras me sumergía en mi propia imaginación. No me di cuenta en el momento en el que todos se esfumaron. Como si desde el principio hubiera estado yo solo ahí. Me levanté, recogí mis trastes sucios, y los lavé. Al terminar miré por la ventana notando que faltaba escasos minutos para que el negro cielo cayera sobre nosotros.
En un parpadeo ya no estaba ahí, sino en mi habitación. Eran las 11:33 p.m. y no tenía sueño. ¿Cómo podía estar despierto tan tarde si al día siguiente tendría que madrugar? No lo sabía. Solo sabía que por más que trataba de cerrar los ojos no podía. Algo siempre me levantaba y me mantenía alerta.
Miré hacia mi televisor apagado. «¿Y si veía televisión para cansarme la vista?» Lo encendí, pero al pasar de canal en canal no encontré nada interesante como para dejarla ahí, funcionando, mientras me dormía. A esa hora las programaciones interesantes ya se habían acabado y solo quedaba algunas noticias y una que otra película de bajo presupuesto. Me di varias vueltas sobre mi cama y nada. Estaba igual que antes, sin poder conciliar el sueño. Entonces, tuve la idea de ir al baño, y después tomar un vaso con agua y ponerme a leer o incluso, seguir estudiando un poco más. Pero primero lo primero, las necesidades primarias.
Al salir noté que la puerta de mi habitación ya estaba entreabierta. Cosa casi imposible teniendo en cuenta lo poco que me gustan las puertas abiertas. El mantenerlas así, me hacía sentir inseguro. Más que una salida para mí siempre fueron una entrada para cualquiera que quisiera invadir mi privacidad o hasta, hacerme daño. Pero tampoco era tan exagerado; el tener una puerta abierta no me causaba ninguna aberración. Pero sí irme a dormir y dejarla así. Eso sí que sí. Entonces, ¿Por qué estaba así?
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"El vuelo de las cucarachas" y otros
Horror4 relatos de terror, que te sumergirán en lo extraño y oscuro de esas realidades.