Capítulo 2

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Definitivamente, el trayecto en auto más incómodo que he vivido. Yo no dejaba de reír, porque sí, esa es mi manera de reaccionar frente a lo incómodo. Lo único que gané con ello fueron unas miradas llenas de amargura por parte de mis hermanos. Eso era lo necesario para que parara de inmediato con las risas y me quedara en un silencio sepulcral.

-Adiós-Isaac rompió ese silencio justo cuando terminó de estacionarse. Me lanzó las llaves y añadió-me las devuelves cuando nos veamos.- salió dando un portazo cuando las llaves estuvieron en mis manos. Claramente molesto, desapareció de nuestra vista hacia las puertas del instituto.

Elena me miró, soltó un bufido y se bajó del auto. Mientras, yo me quedé unos minutos más pensando en todo lo sucedido. Sumida en mis pensamientos, un golpe en la parte de atrás del auto me sobresaltó. Dirigí la mirada hacia allá, pero no había nada. Al volverla hacia adelante, noté unas manos negras en el vidrio. Paseo la mirada con terror por todo el auto y de repente hay muchas más de esas manos dando suaves golpes a las ventanas. Las manos pertenecían a unas sombras con formas humanas que en vez de ojos tenían hoyos blancos que daban la sensación de ser infinitos. En un parpadeo, ya no estaban allí y el sonido de sus sutiles golpes desapareció con ellas.

El miedo que sentí se instaló en mi estómago creando un peso. La adrenalina me hizo reaccionar y logró que saliera del auto con una velocidad increíble. De la misma manera, corrí hacia las puertas del instituto. En mi camino, choqué con una figura un poco más alta que yo. Al darme cuenta, me encontré con la ya conocida expresión dura de Isaac.

-Ya que al fin saliste, dame las llaves-me dijo mientras estaba rodeado de sus amigos, quienes me miraban con una expresión de duda en el rostro. Luego, mi hermano copió esa expresión.

Tal vez parecía un papel de lo pálida que me encontraba por el susto.

Justo cuando mi hermano iba a abrir la boca para hablar, le dejé las llaves, las palabras en la boca y seguí con mi camino hacia mi casillero. Bastante me sorprendí cuando en medio de la multitud de estudiantes que había en el pasillo, en frente de mi casillero se encontraba una chica bajita de cabello marrón oscuro y largo. Estaba luchando contra la cerradura de éste, y algún que otro curioso se le quedaba mirando de arriba a abajo para después seguir de largo.

Me le quedé mirando con mi expresión confundida hasta que se dio cuenta de mi presencia y pegó un brinco para luego llevarse una mano al pecho.

-Ah! Me asustaste. ¿Cómo estás? Pues yo bastante frustrada con este casillero tonto que no abre.-asentí y miré hacia los lados, preguntándome de donde había salido esta chica.

-Creo que no abre porque es mi casillero-la empujé suavemente a un lado, coloqué la contraseña y "mágicamente" abrió. Mientras tomaba los libros del primer bloque, ella soltó una risita nerviosa.

Al volverla a mirar, rápidamente empezó a hablar-Oh, lo siento. Al parecer me equivoqué de número-Se movió al siguiente casillero, y ése si abrió, siguió hablando-Es que soy nueva, y la verdad es que estoy un poco perdida en este colegio tan grande.

<<Qué chica más despistada, aunque ninguna peor que tú>>

Qué voz más estúpida. Con el tono de voz más dulce que pude fingir, le respondí-Tranquila... ¿quién eres?-esa pregunta me rondaba la cabeza desde que mencionó que era nueva.

-Soy Oriana Ávila, vengo de otro país. Y si, ya sé que es extraño que llegue a mediados del segundo trimestre. El asunto es que mi familia tuvo un problema de gran magnitud, por lo que tuvimos que escapar de nuestro antiguo hogar.

Abrí mis ojos desmesuradamente. Ya me había topado con una chica con una familia mafiosa o traficante. Pensé seriamente en escapar discretamente excusándome con que necesitaba ir al baño, pero ella parece que vio mis intenciones, tomándome del brazo.

-¡No! No es nada de lo que te imaginas, no tenemos problemas con el gobierno ni nada parecido-suelta una carcajada, se ríe demasiado-Es una historia bastante larga. Pero para resumirla, todo se basa en la trágica muerte de mi madre-la forma en que lo dijo, con un deje de sarcasmo en la voz, me sorprendió más que la propia explicación. Con una sonrisa triste, desvió sus ojos de los míos. No estaba dispuesta a hacer más preguntas sobre el tema, así que, de una forma nada discreta, lo desvié.

-Yo no me he presentado...-dije para quitar la incomodidad del aire-Soy Grissel Phillips, y te voy a enseñar el instituto-le tomé el brazo para empezar a caminar por el pasillo, mientras ella me mostraba una sonrisa gigante. A pesar de que no la conocía muy bien, la iba a ayudar en lo que pudiera.

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Salíamos ambas de la clase de matemática (la última del día) como si nos hubieran sacado de la cárcel. El profesor parecía tan emocionado por dar la clase como nosotros por recibirla. Al menos la disfruté un poco junto a Oriana, era bastante graciosa. Sin embargo, el profesor ya nos había dicho que no nos soportaba juntas.

Resulta que Oriana quedó en cuatro clases conmigo, me parece genial. Es una fresita total, y ya ha enamorado al menos a tres chicos de nuestro año. Además, descubrí que es latina, razón por la cual creo que habla tan rápido.

Mientras guardábamos las cosas en nuestros casilleros, sentí como el ambiente rápidamente se tornó extraño. La temperatura bajó un poco y empecé a sentir escalofríos. De repente, alguien me jaló del cabello. El ambiente volvió a la normalidad con la misma rapidez. Desconcertada volteo hacia Oriana, y ella está pálida y con los ojos muy abiertos, la miro esperando una explicación.

-Fui yo, lo siento, es que casi resbalo y sólo encontré agarrarme de tu cabello-soltó una risa nerviosa.

-Muy bien...-cerré el casillero y comencé a caminar a la salida con ella pisándome los talones.

Me despedí de ella mientras esperaba a Isaac en las afueras del instituto, cuando recibí una llamada. Era de Thomas, por lo que contesté de inmediato.

-Hola Gris-Me saluda.

-Hola Thom, ¿cómo estás? ¿Por qué no viniste al instituto? ¿Te pasó algo? ¿Por eso me llamas?

-Sí Grissel, eso mismo te iba a explicar. Sí me pasó algo, más bien ahora mismo estoy en el hospital. Ven y te cuento todo.-quedé asombrada cuando oí el pitido de que había colgado él.

Mi mundo se paró por un momento. Thomas, hospital, herido. Realmente me preocupé, pues él es una de las pocas personas que realmente me quieren, y me quedan pocas de esas. No sé que haría sin él.

Le mandé un mensaje a Isaac diciéndole que no me esperara, y corrí a la parada de autobús más cercana. El viento se encargaba de llevar mi cabello hacia atrás, y secar las lágrimas que habían caído sin mi consentimiento de mis ojos.

Nota de la autora

Epa vale jaja! Pues aquí estoy yo otra vez, con el segundo capítulo, quiero ver que piensan, vamos anímense a dar su opinión que ese es su derecho ;). A menos que sea algo grosero, no es una crítica constructiva si me insultas, así que si eso vas a hacer mejor guárdatelo o transfórmalo en un comentario respetuoso. Gracias <3

                                                                                                                                                                                 Kisses

                                                                                                                                                                                           I

El libro de los cisnes negrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora