Agosto 2017
Vivir en Nueva York no es un sueño. Para nada es igual a las películas. El dinero no cae del cielo, los chicos no son perfectos y mucho menos el clima.
La pequeña sombrilla rosada no cubría suficiente y las gotas de lluvia se empezaban a colar por la espalda de Ela.
Bella como la llamaba su familia, había nacido y crecido en California. Acostumbrarse al clima de Nueva York cuando se mudo a la Universidad fue lo peor que le había pasado. Su piel bronceada ahora era pálida y sus rizos brillantes eran solo motas de pelo rojo sin vida.
Mientras esperaba por milagro un autobús las pequeñas letras formadas en las nubes empezaron a tomar forma. Por un segundo recordó a su padre, sus cabellos ya grises y las pecas de su frente. Lo extrañaba más que a nada en el mundo.
Sus padres habían sido escritores, al contrario de muchas niñas Ela disfrutaba de monstruos y hadas, todo tipo de criaturas decoraban su habitación. La pequeña pelirroja se escondía entre sus sabanas y leía noche tras noche su libro favorito; "Il cuore di Ela"
"Para Ela.
Remedio para corazones rotos, quemados y heridos"
Cada pagina tenia una historia diferente, en cada una de ellas Ela era la heroína. Peleaba contra dragones o piratas. Salvaba ciudades de enormes monstruos. Se sentía la niña más valiente del universo.
V.A.L.I.E.N.T.E
¿Cuando había sido valiente por ultima vez?
Asistir a una cita a ciegas era normal, soportar a su acompañante ebrio mientras trataba de forzarla a beber más tequila entraba en esa categoría pero caminar 9km desde el restaurante hasta su casa definitivamente lo era.
Ela reviso por milésima vez su teléfono, el reloj ilumino su cara 2:35am
Jamás había estado tan tarde en las calles, normalmente a las 10 ya estaba roncando. Envío un mensaje de texto antes de que la pantalla se obscureciera y no volviera a prender.
PARA: JAZZ
Estoy muy cerca del parque Washington. No hay autobuses esperare 10 minutos antes de seguir caminando. Te odio. Odio a tu amigo. Los odio a todos.
Sin teléfono y con solo unas cuantas monedas siguió su camino. Cada que algún indigente se acercaba le daba una moneda. Su mano empezó a sudar cuando se dio cuenta que solo le sobraban dos dolares.
La lluvia se había acabado en algún momento de la noche y ahora podría usar su sombrilla como un arma en caso de que alguien la fuera siguiendo.
¿A quien culparía por ese desastre? ¿A su amiga? ¿Al estúpido de Adam? Pensar en ese idiota le provocaba migraña. Dejando a un lado su horrible olor a licor añejo, había sido un idiota desde el inicio.
-Me encantan las mujeres que cuidan su aspecto, creo que deberías bajar unos kilos. Te verías mejor.
Después le había pedido una ensalada. Imbécil.
Recorrió más calles de las que imaginaba. Fue hasta que se encontró en la librería Strand supo donde estaba.
Había estado en aquella calle tantas veces que la conocía de memoria, pero en la oscuridad parecía otro mundo. Otra dimensión. Se pregunto en que momento saldría un dragón de aquellos oscuros callejones.
Entonces alguien toco su hombro, los segundos que tomo en reconocer a la persona le parecieron eternos y peligrosos. El hombre delante de ella sonrió amablemente.
-¿Estas bien?- el tono italiano y los cabellos negros la pusieron nerviosa. Siempre lo habían hecho- ¿Que haces aquí afuera a estas horas?
-Voy a casa- Ela se reprendió mentalmente. Su voz pareció un suspiro cargado de terror y nerviosismo. Jason lo noto y se acerco más. La pequeña mujer delante de él parecía un cachorro mojado y abandonado a su suerte- Mi cita no pudo llevarme a casa y voy caminando.
-¿Tu cita no pudo llevarte a casa?- Ela nunca había intercambiado más de tres palabras con "El bombón italiano" como lo llamaba Jazz. Todas en la universidad babeaban por el. Simplemente negó- ¿Donde te dejo?
-Muy cerca de Noho- mintió. La había dejado justo fuera del restaurante 9 calles atrás. Por un momento olvido que era de madrugada y que estaba mojada. Muy mojada- ¿Usted vive aquí?
-No precisamente, te vi pasar cuando llegaba a casa- Ela suspiro, ni siquiera lo había visto ¿Cuantos más la estuvieron siguiendo?- Llevo unas cuantas calles detrás de ti
QUE AMABLE
-No te ves muy bien, déjame llevarte a casa- Por supuesto que no estaba bien. Llevaba caminando más de 5 kilómetros y ahora tenia al profesor más sexy y guapo de toda la universidad delante de ella. En una calle oscura y en la madrugada.
Solo esta siendo amable. Relájate.
-Estoy bien puedo ir caminando- No lo estas, te duele todo el cuerpo. Deja que te ayude. Nunca más volverás a hablar con él.
-Estoy seguro que si pero me sentiría más seguro si te llevo y veo que entres a casa sana y salvo. Solo soy un profesor ayudando a su alumna ¿Vamos?- Jason la guió a su automóvil con una mano en su espalda baja. El calor de su presencia la abrazo como una manta.
Recordó la primera vez que todos lo vieron, claramente toda la universidad había vibrado con su sola presencia. Las maestras y alumnas volaban cuando Jason las miraba.
Era indiscutible mente guapo. Su 1.80 y ojos verdes la habían cautivado pero mientras todas buscaban inscribirse a su curso, Ela lo había evitado a toda costa. "Siempre contra la corriente bebé" le habría dicho su padre.
Después de darle la dirección y encender la calefacción ninguno hablo durante un buen rato, Jason conducía en silencio y aunque Ela estaba segura que no bebió suficiente alcohol esa noche ver las luces colándose por los vidrios del auto solo lo hacían ver más guapo.
-¿Que pasa?- Jason se detuvo en un semáforo antes de mirarla, hecho que la mando a la luna. Ela siempre había sido una enamoradiza y aunque evitaba los corazones rotos, no podía negar que Jason le gustaba.
-Creí que nunca llegaría a casa- Soltó una risa tonta, definitivamente el shot que había bebido esta surgiendo efecto- Estúpido Adam
-¿Adam Wis?
-El mismo- Jason se enderezo antes de volver a conducir- Me dejo votada en la calle solo porque no quise "cerrar el trato"
-¿Cerrar el trato? ¿Así le llaman ahora?- Su gesto confundido la hizo sonreír. No parecía un hombre de treinta y dos años.
-Así lo llama él- Ela suspiro cansadamente- Todo es mi culpa debí abandonarlo desde el primer minuto ¿Quien pide una de vinagre para remojar los dedos?
-¿Vinagre? El joven Wis tiene problemas serios- Jason se estaciono detrás del gran camión blanco del Sr. Stuart. Por un segundo parecía que el silencio los consumiría- ¿Sirvió de algo mi ayuda?
-Mucho, ha sido mi salvador Sr. Seare- Ela sonrió y acomodo su pesado abrigo- No volveré a salir nunca más lo prometo
-Ela por favor ve con cuidado- Jason desabrocho su cinturón mientras ella abría la puerta- La siguiente vez puede que no este ahí para ayudarte.
-Lo tendré en cuenta Sr. Seare- Y por primera vez en mucho tiempo Ela escucho esa pequeña voz que le gritaba en su cabeza. Se acerco lentamente y lo beso.
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Mystery
Fanfiction"¿Cuando fue la ultima vez que fuiste valiente?" ¿Quién sabe qué camino soplará el viento? Bebé, es un misterio