8-Obteniendo información.

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Media hora más tarde Ernesto se encontraba en la cafetería, se sentó y pidió algo para tomar como pretexto, puesto que sino no conseguiría encontrar a la persona que como comúnmente se diría "se había ido de la lengua".

-¡Siempre tomas lo de siempre! Ernesto asintió. Efectivamente otro día más repetía aperitivo, pero la cafeína le aportaba la energía necesaria, sobre todo esa mañana, para desenvolverse sin dificultad alguna en su trabajo. Así que mientras "el invento" funcionara, no pensaba alterar su rutina ni sustituirla, tampoco, por ninguna otra.

De reojo observó a un grupo de compañeros, los más jovenes, sentados en círculo todos en un rincón. Esta visión hizo que su corazón diera un vuelco repentinamente: ¡seguro que había sido alguno de ellos! Con una tonta excusa se fue acercando hasta quedar posicionado a su altura, los jóvenes al reparar en Ernesto lo saludaron e invitaron a sentarse junto a ellos.

Tras un divertido rato riendo debido a anécdotas típicas del trabajo, consiguió sacar a relucir el asunto en cuestión. Aunque se lo pensó dos veces, debido a una inesperada vergüenza, habló fingiendo una divertida risa. -Y hablando de anécdotas y situaciones inesperadas...¿A qué no sabéis la última novedad de Doña Mercedes?-Todos lo miraron y acto seguido negaron-¿Pues no se acerca el otro día hasta aquí para comentar una inacabable serie de hechos ocurridos en su barrio últimamente y luego le agradece al Comisarío nuestras investigaciones? El grupo prácticamente en su totalidad comenzó a reír sin saber a que se refería Ernesto con sus últimas palabras; sin embargo fuera lo que fuese les había resultado gracioso y propicio para comenzar a carcajear. Todos rieron excepto una persona concreta: Roberto, que comenzó a enrojecer repentinamente y agachó la cabeza como si quisiera desaparecer. <<¡Tierra trágame!>> Seguro que se le pasó por la cabeza en ese preciso instante.

-Creo que se nos está haciendo tarde...¡Séra mejor que nos vayamos yendo! Ernesto no se levantó pero en cambio le dio una palmadita en la espalda al compañero más cercano, Roberto hizo lo mismo, permaneció sin mover un solo músculo del cuerpo. 

Una vez que todos se habían marchado, Ernesto se acercó a Roberto e imitando a los grandes detectives de las películas americanas en blanco y negro le dijo: -sé que hay algo que quieres contarme. 

En un primer momento el joven, recién salido de la academia, negó rotundamente y miró hacia otro lado, pero no pudo soportar durante más de cinco minutos los inquisitivos ojos de Ernesto, ya que él no sabía que imitaba a unos actores. 

-¡Yo...sé que no debería haber dicho nada! ¡Lo siento mucho! Pero, esa mujer, la pobre...La pobre anciana...Doña...Doña Mercedes...Se encontraba sola, ahí en la calle-gesticuló con gran tremendismo-y no pude hacer otra cosa que acompañarla hasta su edificio. Mientras tanto yo la vi tan preocupada y en el fondo tenía sueño, porque no había pegado ojo la noche anterior que...que...¡Que terminé hablando más de la cuenta! ¡Pero de veras que lo siento! ¿Se lo dirás al Comisario? Tragó saliva Roberto amedrantado.

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⏰ Última actualización: May 16, 2014 ⏰

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El hombre de las luces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora