7-¿Cómo ha sido?

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Tras ver desaparecer a Doña Mercedes por la puerta principal, Héctor Gómez llamó a Ernesto prácticamente a gritos. Necesitaba una explicación pues creía recordar que nadie, mucho menos Doña Mercedes, podía saber nada acerca del operativo. No es que tachara de culpable al joven Ernesto, pero seguramente él sabía quien había cometido el error.

-¡Ernesto! Se pudo oír con claridad en todo el lugar. Al momento Ernesto respondió al llamamiento desde lo alto de una escalera y con cara de asombro. ¿Qué habría hecho él ahora? ¡Si ni tan siquiera se había movido de su sitio más de media hora!

-¿Es a mí?-El Comisario afirmó cansado por las historias de su vecina y porque conocía a la perfección al joven. -¿Dónde estabas metido? ¿Tanto miedo te inspira Doña Mercedes?

Ernesto tragó saliva buscando una buena explicación. -Estaba llamando...a mi madre...Porque la pobre ha cogido la gripe estos días y quería saber como se encontraba...Solo eso...Y...Y Doña Mercedes es mucha mujer para una vez, señor Comisario.

-Acércate, verás-susurró Héctor Gómez-hay un pequeño problema que me gustaría solucionar.-Y al momento apareció en su mente la versión francesa <<Il y a un petit problème que je voudrais résoudre.>>-Y me parece que tú eres el único capaz de ello. ¿Me ayudarás, Ernesto? El joven asintió encantado: haría todo lo que estuviera en su mano con tal de participar en la investigación y recibir honores tras la resolución del caso. ¡Lo orgullosa que estaría de él su madre! Quien no dejaría persona en toda la ciudad sin conocer tan sufrida y policíaca historia; para ella semejante acontecimiento sería tan importante como los actos de graduación de su querido hijo Ernesto.

Sin darse cuenta sus pensamientos afloraron en voz alta. -No se preocupe, señor Comisario. Haré todo lo que esté en mi mano, de verdad, se lo aseguro. Si necesita algo no tiene nada más que decírmelo y esté tranquilo que mi madre no va a enterarse de nada. ¡De nada! 

-Cómo Doña Mercedes ¿cierto? El joven lo miró sin comprender. ¿Doña Mercedes? ¿Qué tenía ella que ver con lo que Héctor Gómez quería preguntarle? Encogiéndose de hombros negó tajantamente con la cabeza mientras decía -no sé de que me habla. 

-Me refiero a que Doña Mercedes sabe que hemos estando montando operativos junto a nuestras respectivas casas. Suspiró el Comisario. Ahora tocaba esperar a la reacción de Ernesto e intentar quitarle hierro al posible enfado que adquiriría su subordinado. ¿Él faltando a una orden? ¿Cómo iba a osar Ernesto a hacer cosa tal? ¿Sobre todo sabiendo lo que opinaría su madre?

-Parece mentira que crea eso de mí, señor Comisario. Ante todo no soy ningún lengüilargo como pueda haber alguna persona en esta comisaría. Además sabe usted bien el "cariño" que le profeso a Doña Mercedes. ¡Jamás se me ocurriría darle conversación!

Héctor Gómez suspiró de nuevo. -Está bien, Ernesto. Te creo. Y siento haberte provocado un enfado que no viene a cuento, pero para compensarte te daré un encargo que sabes hacer muy bien. El joven sonrió emocionado y orgulloso puesto que cada vez veía más cercano su ascenso. Tan exagerado podía ser, que hasta en ocasiones si cerraba los ojos le parecía acariciarlo. 

-¿Qué debo hacer, señor Comisario? ¿Una visita a Doña Mercedes? En el buen sentido de la expresión claro está, no vaya a pensar usted que quiero acabar con su vida, porque ante todo no soy un psicópata-Héctor dejó los ojos en blanco ya que se encontraba al borde de la desesperación. Ernesto perdía toda su fuerza por la boca, su mayor debilidad.-Porque si así lo desea voy y la invito a merendar junto a sus amigas si así lo precisa la investigación, señor Comisario.

Héctor Gómez negó con un gesto. No. -No hace falta tanto, Ernesto. No te emociones. Solamente necesito que hables con nuestros compañeros y averigües quien de ellos le ha estado contando a Doña Mercedes. 

Sin embargo a pesar de las indicaciones de su superior, el joven no dejó de lado ese estado de fuerte emoción en que se hallaba. Muy atento y asintiendo a todo lo que oía preguntó -¿acaso hay un "topo" en esta comisaría, señor? Héctor Gómez sonrió negando -no lo creo, Ernesto, no lo creo. Simplemente creo que hay alguien que por error ha hablado demasiado y esa pobre anciana se ha angustiado más de lo debido.

El hombre de las luces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora