Capítulo 3. La Insignia.

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Entro al Edificio de Justicia antes de irme, allí me encuentro con Madge, quien me mira y rápidamente se me acerca. Sonríe y se saca su insignia de pájaro, me la pone en la mano y luego comienza a hablar.

-Llévalo-me dice mirándome a los ojos-Mejor, te lo pongo-lo coge y me lo pone en el vestido celeste, parece que el pájaro estuviera volando en el cielo de nuestro distrito.

-Madge, no…

-Escucha, no sé si lo podrás lograr…-duda unos momentos, en los que yo estoy mucho más que confundida-Intenta hacer lo que tu madre, sé que podrás-murmura ella, me quedo estupefacta escuchándola decir aquello, no  comprendo del todo, pero sé lo que Madge piensa.

-No iré a la arena-le murmuro duramente-No puedo hacerlo…

-Claro que puedes-murmura ella y luego me da un abrazo, para después retirarse y dejarme sola pero con una idea en la cabeza.

<<No soy como ella, bueno…Físicamente sí, pero… No podré lograrlo… ¿O sí?>>

Mi cabeza está llena de ideas de cómo infiltrarme en los Juegos, estoy segura que no les gustará para nada a los Vigilantes, pero, si llego a entrar a la arena podría ser de ayuda para Katniss y Peeta, o, también puedo ser la vencedora del Distrito Doce y tal vez así podría averiguar qué pasó exactamente con mi madre.

Sacudo la cabeza evitando las ideas absurdas que rodean mi mente y pensamientos, decido que mejor es ir a buscar a Peeta, decirle algo al menos, porque tengo el presentimiento de que cuando lleguemos al Capitolio, nada será igual.

Camino hacia la familia de Peeta mientras voy observando el detalle de Madge, me doy cuenta por la forma de aquel pájaro que es un sinsajo, un curioso pájaro, además de ser un bofetón en la cara para el Capitolio. Durante la rebelión, el Capitolio creó una serie de animales modificados genéticamente y los utilizó como armas; el término común para denominarlos era mutaciones, o mutos, para abreviar.

Uno de ellos era un pájaro especial llamado charlajo que tenía la habilidad de memorizar y repetir conversaciones humanas completas. Eran unas aves mensajeras, todas ellas machos, que se soltaron en las regiones en las que se escondían los enemigos del Capitolio. Los pájaros recogían las palabras y volvían a sus bases para que las grabaran. Los distritos tardaron un tiempo en darse cuenta de lo que pasaba, de cómo estaban transmitiendo sus conversaciones privadas, pero, cuando lo hicieron, como es natural, los rebeldes lo utilizaron para contarle al Capitolio miles de  mentiras, así que el truco se volvió en su contra. Por esa razón cerraron las bases y abandonaron los pájaros para que muriesen en los bosques.

Sin embargo, no murieron, sino que se aparearon con los sinsontes hembra y crearon una nueva especie que podía replicar tanto los silbidos de los pájaros como las melodías humanas. A pesar de perder la capacidad de articular palabras, podían seguir imitando una amplia gama de sonidos vocales humanos, desde el agudo gorjeo de un niño a los tonos graves de un hombre. Además, podían recrear canciones; no sólo unas notas, sino canciones enteras de múltiples versos, siempre que tuvieras la paciencia necesaria para cantárselas y siempre que a ellos les gustase tu voz.

Esos pájaros eran los que silbaban cuando yo era niña, siguiendo mi canto cada vez que los encontraba, el padre de Katniss me dijo como se llamaban, nos contó la historia de los sinsajos una sola vez, pero logré adorarla.

-¡Sía!-exclama la señora Mellark al verme, ella y su esposo salían de la sala, ella con lágrimas en los ojos. Yo sonrío un poco mientras paso un mechón de cabello detrás de mí oreja izquierda-Pasa querida.

-Gracias-le digo, sé que podré ver a Peeta hasta que salga hacia los Juegos, pero necesitaba  hablarle en privado, decirle sobre lo que Madge me dijo, pero corro el riesgo de ser grabada por el Capitolio y Snow querrá mi cabeza si hablo sobre seguir los pasos de mi madre.

Sía Abernathy. The Hunger Games, a Different StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora