Capítulo 2. El Tributo Masculino.

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 Me dan nauseas de solo pensar en Prim en los Juegos, no porque lo fuera a hacer mal, más bien por qué no sabe defenderse con armas, ella es como la señora Everdeen, experta en las plantas medicinales.

Siento mi respiración aumentar, un chico a mi lado, un conocido llamado Dick Garden, me toca del hombro, volteo hacia él, tiene mi edad, y exactamente mañana cumple dieciséis, pero igual que a mí, nos han dejado con los de quince, ‘Solo por esta vez’, me dijo un agente de paz.

Miro a Dick, este me hace una seña hacia donde se encuentra Prim, caminando hacia el escenario. Camino entre los de quince, viendo que Katniss no hace nada debería actuar yo, pero miro la mirada de advertencia de mi padre, me está diciendo ‘Ni se te ocurra’.

Me quedó estática en mi lugar, viendo a Prim desde donde me encuentro, pero un grito me hace dar un pequeño saltito en mi lugar.

-¡Prim!-grita Katniss con voz estrangulada-¡Prim!-todos le abren paso de inmediato y ella corre directo al escenario-¡Me presento voluntaria! ¡Me presento como tributo voluntaria!-veo a Gale buscar mi mirada desde donde se encuentra, seguramente tengo los ojos abiertos, él me manda una mirada tranquilizadora y yo asiento mientras respiro normalmente.

-¡Espléndido!-exclama Effie-Pero creo que queda el pequeño detalle de presentar a la ganadora de la cosecha-¿Ha dicho “ganadora”? me contuve de lanzar un comentario lo suficientemente alto para que todos me escuchen-y después pedir voluntarios, y, si aparece uno entonces…

-¿Qué más da?–dijo el alcalde pasando la mirada de Katniss hacia mí, me miro con lástima, seguramente pensando en las dos chicas que le venden fresas, además de las dos chicas que le hayan hablado a su hija, y creo que lo que más recordará será a Katniss cuando le entregó la medalla por la muerte de su padre-¿Qué más da?-repite en tono brusco-Deja que suba.

Prim está gritando histéricamente detrás de Katniss, aferrándose a ella como si su vida dependiera de ello, aunque, en este caso es casi así. No puedo escuchar lo que dicen, más bien no quiero escucharlo, así que me concentro en el piso, tratando de no escuchar lo que pasa, sé que me dolerá ver a mi mejor amiga irse, estar con ella hasta que se vaya a los Juegos y tal vez no volverla a ver.

-¡Bravo, bravo!-exclama la voz de Effie, sacándome de mi burbuja anti sonido-¡Este es el espíritu de los Juegos! ¿Cómo te llamas?-pregunta a Katniss.

-Katniss Everdeen-responde mi amiga, tal y cuando ambas nos conocimos.

 .

Tenía los diez años cumplidos en ese entonces, era muy niña, pero me gustaba salir fuera de casa y recorrer el Distrito, lo había hecho varias veces, pero esa vez me desvié por la Veta. Mi cabello estaba atado en una colita de caballo y vestía la ropa que traía del Capitolio cada año que iba hacia allí.

Me encontré a mí misma frente al enrejado que separaba al Distrito Doce del bosque, me acerqué sigilosamente hacia allí y comencé a escuchar, nada, se supone que debería sonar, tal y como me había explicado Effie Trinket los pasados Juegos, en el tren.

Vi unas aves cerca de allí y canté unos de los pocos temas que sabía, las aves comenzaron a imitar mi canto, silbando, reí y observé a los pájaros desde mi posición, eran libres, podía volar y sobrevivir a cualquier circunstancia. Volví a cantar unas dos estrofas, pero mi canto fue interrumpido por dos personas que iban directo a la enrejada, eran un señor y su hija.

Al verme allí ambos se quedaron en sus lugares, el señor me miro curiosamente, preguntándose tal vez que hacía yo allí. La niña en cambio, me veía con desconfianza, aguante su mirada hasta que el señor habló.

-¿Tú no eres Sian Lioncourd? ¿Qué haces en la Veta?-me preguntó agachándose a mi altura.

-Sía Abernathy-le corregí, el señor asintió y luego sonrió-Papá está ocupado-admití luego de unos momentos, el señor sonrió.

-Bueno, te escuché cantar, cantas muy bonito-sonreí con un poco más de confianza-Ella es mi hija…

-Katniss Everdeen-se presentó por sí sola la niña de cabellos negros y ojos grises.

-Un gusto-le respondí con una ligera sonrisa, ella dudó pero me sonrió de igual manera.

Al parecer, padre e hija iban de caza al bosque, el señor Everdeen dijo que podría ir con ellos, siempre y cuando no dijera nada. Yo le hice caso, quería ver a esos pájaros cantores, pero, cuando entramos por debajo de la alambrada, los pájaros se habían ido.

El señor Everdeen me enseñó a cazar, estoy aún en deuda con él. Pero ese día, no solamente aprendí a cazar, también conocí a mi mejor amiga, Katniss, la chica que un principio desconfiaba de mí.

.

La voz de Effie parece hacerme volver en los pocos segundos que me perdí, no la logro oír con claridad, pero después, logro entender lo que dice.

-Me apuesto los calcetines a que ella era tu hermana. No querías que te robase la gloria, ¿Verdad? ¡Vamos a darle un fuerte aplauso a nuestro último tributo!-exclama ella, nadie aplaude, seguramente recordaran a Katniss, la chica que vende en el Quemador, la hermana de Prim, también pueden recordar a su padre.

Murmuro para mí misma antes de hacer un saludo, llevo tres dedos a los labios y luego apunto a Katniss con ellos, todos giran a verme, pero yo tengo la vista fija en mi amiga, quien sonríe, los agentes de paz se miran entre ellos, algo preocupados seguramente. Varios imitan mi gesto hasta que todos apuntan a Katniss.

Papá me mira como diciendo ‘Te has metido en algo grande’, me encojo de hombros y le sonrío, él esboza una pequeña sonrisa burlesca hacia mí antes de hacerle una seña a Effie, quien vuelve a poner el espectáculo en marcha.

-¡Qué día tan emocionante!-exclama ella-¡Pero todavía queda más emoción! ¡Ha llegado el momento de elegir a  nuestro tributo masculino!-mete la mano en la urna de los chicos, y antes de que yo pudiera siquiera volver a tomar aire, el nombre resuena por toda la estancia-¡Peeta Mellark!

<<No-pienso mientras veo a Peeta moviéndose un poco-¡No pudo haber sido él!>>

Un grito sale de mi garganta sin que yo lo quisiera,  y avanzo entre los chicos a mí alrededor, detengo a Peeta en su ruta al escenario y él me da un abrazo mientras algunas lágrimas caen de mis ojos, no puedo estar llorando, no frente a cámaras, hundo mi cara en el pecho de Peeta mientras el murmura:

-Te prometo volver Sía, pero por favor, no llores-me aparto de él y lo miro a los ojos, sus ojos azules se clavan en los míos, color cian.

-¿En verdad?-le pregunto con voz cortada, el asiente-Esto es tu culpa-le reprocho dándole un leve golpe en el brazo, él sonríe y se aleja, puedo ver a todos el Distrito verme, incómoda, me voy hacia donde antes me encontraba, pero con la intención de subir a ese escenario y presentarme en vez de Katniss.

Evito mirar al escenario mientras el alcalde lee el lúgubre Tratado de la Traición, estoy segura que una cámara está enfocada en mí y no quiero que me vean débil, sé que los tributos de los otros distritos estarán viendo esto tarde o temprano, algunos tal vez los estarían viendo ya. Escucho al alcalde pedirle a Katniss que se de la mano con Peeta, en esos instantes alzo la mirada hacia ellos, viendo a Peeta y a Katniss.

Comienza a sonar el himno de Panem, y soy la primera en retirarme de allí para poder encontrarme con mi padre y Effie e ir hacia el tren.

¡Holiwis! Bueno, aquí el segundo capítulo :D (¡Yei!) y bueeeno, nada más, muchas gracias a los que leen (Y) Besos.

Sía Abernathy. The Hunger Games, a Different StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora