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Para mí era más que una tortura. Viajar diariamente en autobús era como vagar en un infierno. Ardía y me hacía sudar de la misma forma. Desafiaba mis límites a tal punto de enloquecer. Para mi desgracia, la gran desventaja de ese vehículo era que los asientos estaban extremadamente juntos. Lo cual alteraba mis nervios de sobremanera.

Mis padres parecían no comprender mi situación y por eso no teníamos una relación estrecha. A ellos no les importaba como me sentía en ese encierro que era rellenado por estudiantes. Así como tampoco se molestaron en contenerme cuando fui consumida por la naturaleza del miedo. Simplemente ignoraban mi condición para poder vivir sin remordimientos o preocupaciones.

Entré al autobús y me senté al fondo contra la ventana. Una vez más me encontraba rogándole a alguna magia descomunal pasar por desapercibida. Puse la mochila sobre mis piernas como si fuera un modo de defensa personal y en ese entonces era el único objeto que permitía que violara mi privacidad.

Suspiré y, el sonido de este, fue opacado por el ruido de las gruesas llantas atravesar el pavimento. Me limité a observar las casas y residencias que correlativamente desaparecían de mi vista, hasta que nuevamente el autobús se detuvo provocando que el molesto ruido del freno se hiciera presente.

La puerta del vehículo se abrió y él entró renovando el aire pesado que se había acumulado por el calor infernal de primavera.

Él era querido por su bondad y sencillez. Los estudiantes lo reconocían como el chico de la sonrisa carismática cuya voz mueve corazones. Yo sólo lo conocía porque los demás me contaban de él como si fuera la persona más noble del instituto. Su nombre se repetía en todos los rincones como algún tipo de esperanza para ese lugar lleno de hipocresía.

Nunca habíamos hablado, él me sonreía y yo le correspondía. Nada más que sonrisas lejanas. Sonrisas que yo aprobaba como afectivas por mantener una distancia considerable. En el instituto nos veíamos algunas veces en los pasillos pero no compartíamos clases, sólo compartíamos autobús. Y ese día compartimos casi la misma burbuja. Sin mi consentimiento.

Permaneció parado por unos segundos y, luego de mirar detenidamente el panorama, su vista recayó en mí y luego en el asiento vacío a mi lado.

Si su personalidad hubiera sido otra, estaría segura que su intención era joderme la existencia. Sin embargo sabía que su benevolencia no iba a permitirle joder a nadie. Kihyun siempre había sido admirable y él era incapaz de hacer algo así de forma intencional. Sólo por eso lo perdonaba.

Por el vaivén del vehículo, se tomó de los asientos para llegar hasta mi ubicación y, después de darme una sonrisa que simulaba ser un saludo, se dejó caer en el asiento descolgando su mochila de su hombro. Yo, con disimulo, me aproximé hacia la ventana procurando no recibir ningún roce indeseado y luché para mantener la calma.

-¿Sabes si las inscripciones para los talleres aún siguen abiertas?- preguntó de repente.

Tuve que hacer un gran esfuerzo para escucharlo, mis oídos solo percibían los rápidos latidos de mi corazón y como el aire pasaba por mis pulmones. Me concentraba en lucir normal.

Con el cuello algo acalambrado por los nervios, giré mi cabeza para contestar y entré en pánico. La cercanía era aterradora. Podía sentir como mi aire era respirado por él. Me estaba ahogando.

Kihyun chasqueó su lengua con naturalidad y negó con la cabeza como si se estuviera disculpando- lo siento, soy un irrespetuoso- soltó una risa apenada.- Hola, ¿cómo estás?

No me esperaba ese tipo de saludo, de hecho no esperaba algún saludo. No podía recordar cuando había sido la última vez que alguien me había saludado con normalidad después del incidente que tuve hace unos meses. Luego de eso, había quedado marcada como la demente, lo cual no me irritaba porque por lo menos eso los mantenía alejados.

-Bien- dije en un hilo de voz.

Volví mi vista al frente y de reojo noté que él había sonreído. Bendita sonrisa. Me gustaba observarla de lejos pero de cerca me hacía temblar.

-Entonces... ¿sabes?- dijo refiriéndose a lo que había preguntado hace unos segundos

-Cómo voy a saber-dije incomoda limpiando disimuladamente el sudor de mis manos.

-Bueno, vamos al mismo instituto, creí que sabias.

-No, lo siento.

El volvió a dibujar su sonrisa característica- No hay problema.

Buscando alguna salvación, giré mi cabeza nuevamente hacia la izquierda para concentrarme en los autos que pasaban por la calle. Por primera vez en mi vida me sentí una idiota, realmente entendía que cualquiera se sentiera dichoso de sentarse al lado de un chico encantador pero para mí era como cerrar mis posibilidades de vitalidad. Era natural, me pasaba con cualquier persona que violara mi espacio. No entendía porque él se había empecinado a sentarse a mi lado. Al parecer no se había enterado de las últimas noticias que me convertían en una demente frente la mirada crítica de todos.

Llegamos y el autobús se detuvo de repente haciéndonos mover de nuestros asientos. Yo me aferré a este y apoyé fuertemente mis pies sobre el suelo para no chocar con nada ni nadie.

Kihyun fue de los primeros en levantarse y yo me quedé en mi asiento esperando que todos descendieran. Siempre era la última, luchaba para evitar ser pisoteada y manoseada por el tumulto de gente.

Kihyun tomó su mochila y volteó hacia mí como si tuviera algo que decirme. Sus palabras en vez de devolverme el aire que se había robado, instaló en mí una duda que me carcomió la cabeza.

-Por cierto soy Yoo Kihyun, un gusto _____- se despidió sonriendo.

Busqué en mi memoria y confirmé lo curioso, en ningún momento le había dicho mi nombre.

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Afenfosfobia.

Miedo intenso e irracional a ser tocado o a entrar en contacto físico con otras personas, independientemente de quienes sean. 

Hello~

Se que es extraño que esté publicando otra historia cuando apenas puedo con la otra, pero asi de rara soy (?

Tenía ganas de publicar una de Kihyun y aproveché que me vino una idea mientras comía (súper casual).

Whatever, Espero que les guste♥

Abrazo amoroso y cuidensen. ✈



Afenfosfobiaϟ Kihyun;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora