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Narra Kihyun.

Con detenimiento miré el rostro de Seulgi intentando focalizarme en ella. Sus labios se movían con entusiasmo soltando anécdotas que no captaban mi interés. Podría estar con ella físicamente pero en realidad mi cabeza aun viajaba en ese autobús, esperando a que _____ apareciera. En varias oportunidades me tuve que reprender mentalmente por no prestar atención y divagar pensando en otra persona, hasta que llegó el punto en el que me di cuenta que todo era inútil. Cuando menos lo creía me encontraba buscando algún rasgo de mi novia que pudiera ser comparado con ______, aun sabiendo que ella era incomparable.

Nos encontrábamos en el patio del instituto en la hora del receso. Centré mi vista en el pasto que nos rodeaba, buscando algo interesante para no aburrirme. Mi mente intentaba llegar a una conclusión de por qué ese día no había llegado. Como habitualmente lo hacía, me encontraba merodeando en ella. Me llevé una gran decepción al llegar a nuestro lugar y no verla allí. Para cualquiera resultaría absurdo que un viaje insignificante se sintiera tan solitario pero para mí era reafirmar aún más esa soledad que me torturaba. Ese temor que carcomía mis emociones. Sin ella me sentía huérfano. Su única presencia me hacía sentir acompañado, las demás personas, quienes se habían ofrecido esa mañana en acompañarme, sólo eran relleno, simulaban estar presentes cuando su egoísmo no les permitía pensar en algo más que en sí mismos. Ese autobús era como la representación pura de avaricia.

No pude evitar ser ajeno a su repentina desaparición. Estaba preocupado porque conocía de ella más de lo que creía. Le seguí el rastro por tantos años que cuando al fin pude entablar una conversación decente fue el impulso para acercarme cada vez más. Se convirtió como una obsesión, no me importaba saber que iba a ser rechazado porque el vicio y la necesidad de tenerla eran más fuertes. Todo comenzó cuando escuché los rumores sobre la muchacha que escapaba de las personas con asco, aquella que evitaba los pasillos concurridos y ponía su mochila en el asiento continuo al suyo para que nadie se acercara. Al principio la conocí con los apodos que los mismos estudiantes le atribuían, como la demente, la asexual, la antisocial, la antitodo. Corrían rumores de su fobia y busqué la forma para comprobar lo que decían, sin darme cuenta todo eso provocó que ella me resultara aún más interesante, una persona que no necesitaba hacer contacto para cautivar, aunque muchos no lo vieran así. Con el anhelo de conocerla, me tomé el atrevimiento de averiguar su nombre en los registros del director. Llegué hasta el punto de seguirla, conocer donde vivía y otras cosas que sólo eran por afán. También conocí sobre sus padres y no dudé en categorizarlos como viles monstruos, todo lo pude comprobar cuando en una oportunidad pude ver una cicatriz en su brazo. Eso aumentó mi deseo de consolarla con más de unas simples palabras de apoyo, pero sabía que tenía que mantener distancia y sólo por eso me contenía.

Sentía que ella era especial porque a pesar de haber salido con muchas personas para aliviar el sentimiento de desamparo, ella afloraba en mi otra sensación y me agobiaba sentirla tan inalcanzable, por eso decidí hacerme el desentendido para ganarme su confianza, intenté demostrarle que era diferente y que la entendía, porque de hecho vivía en carne propia lo que era tener miedo.

La extraña risa de Iseul me hizo mirarla de repente, interrumpiendo cualquier pensamiento. Le respondí con una sonrisa forzada a pesar de no entender de que se reía, por un momento comencé a creer que estaba riendo sola. Su gesto me resultó tan aburrido que no causaba gracia. La aparición de la risa de ____ en mi cabeza me hizo recaer en otra comparación que de ante mano ya sabía quién obtenía el triunfo. La vitalidad de la risa de ____ era placentera y el hecho de que riera con poca frecuencia la convertía en especial. Yo tenía la misión de hacerla reír y cuando lo lograba ese era mi mayor premio-

-Iseul- la llamé y ella me sonrió en respuesta- debo irme...-pronuncié en un susurro mientras me paraba. Ella me miró sorprendida desde el césped y le tendí una mano para levantarla. Nunca había tocado la mano de ____ pero podía asegurar que sería más apetecible que tocar las suyas. Guardaba en mí incontrolables ganas de sentirla físicamente. Ella se paró a mi lado y yo me despedí con un beso en la mejilla. No pude hacer más porque me sentía asqueado al experimentar un sentimiento de traición hacia la persona que en realidad apreciaba.

Afenfosfobiaϟ Kihyun;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora