Amor de transporte público

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Ah, aquellas magníficas personas de facciones belllas y singulares que te flechan con una mirada, un roce o una sonrisa.
Lo más hermoso de los amores de transporte público, en mi caso esta noche ha sido un colectivo; es que los ves cuando menos los esperas, y te sorprenden a tal manera que los recuerdas durante un periodo relativamente largo.
Sentada junto a él, podía escuchar las notificaciones de Facebook que llegaban a su teléfono móvil, que me traían una leve nostalgia y pequeños pero sutiles suspiros tristes que iban acompañados de mi cabeza apoyada en el asiento dando pequeños saltos al compás del movimiento del automovil, el cielo estaba con sus brazos de oscuridad brindando un abrazo de oso, las hojas de los árboles resaltaban gracias a las luces blancas de los focos, tímidamente miro a mi costado y sólo veo el perfil del desconocido, el chico tenia el cabello largo en una coleta media baja, barba de unos días y una muleta entre las piernas, de reojo trataba de mirar a su dirección pero no me atrevía a hacerlo, cuando me decidía en observarlo me arrepentia y desviaba mi mirada hacia la ventana o mi mochila, de reojo veía que aveces niraba hacía el lado pero volteaba rápidamente mirando en otra dirección, cuando se acercó el momento de bajar, ya me había resignado a no voverlo a ver, hasta que bajó al principio de la cuadra en que yo debo, su muleta quedó trabada en la puerta y dio una risa nerviosa, cerró la puerta, volteo a mirar hacia su dirección inconscientemente y veo que se alejaba cuando se detiene a mitad de calle y se revisa los bolsillos, mira hacia el colectivo por la ventana trasera, conectamos, pero ha sido tan fugaz que no recuerdo su rostro, veo dónde estaba sentado y no se le quedaba nada, algo resignada a no volverlo a ver le doy mi paradero al conductor y voy a mi casa, otro amor de transporte público que no volveré a ver.

Pensamientos de una adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora