¡QUE MIERDA!

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¡QUE MIERDA!

Año 2017

Observe el mar golpeando mis pies. Las olas iban y venían en pequeños golpes, llevándose muchos sentimientos de enojo que tenía. El mar me tranquilizaba y vaya si no lo necesitaba en estos momentos.

Me sentía como si había perdido un juego de basquetbol o algo por el estilo, esa impotencia de no haber anotado en el último segundo y decepcionar a todos a tu alrededor.

Mia se iba a ir de regreso a Guatemala y no podía evitarlo de ninguna manera. Tenía asuntos que arreglar antes de venirse a vivir a Grecia y dejar todo su mundo atrás, ella iba a hacerlo o al menos eso dijo que haría.

—¿Ya terminaste? —preguntó Adria a mis espaldas.

—No —susurre un poco más relajado pero aun molesto.

—¡Vamos! Ella dijo que regresaría pronto no es como si se largue por años otra vez, la has esperado durante seis años ¿Qué es uno más?

Levanté la ceja fulminándolo con la mirada ¿En serio creía que un año no era nada? ¡Carajo! Finalmente admití que la amo y que la necesito, un año podía ser una maldita eternidad.

Caminé de regreso al Jeep sintiendo las pisadas de mi primo detrás de mí. Mia estaría lista en un par de horas para ir a dejarla al aeropuerto. No podía despedirme de ella por lo que anoche, después de hacer el amor, le dije adiós con un beso profundo y sincero.

—¿Quién la ira a dejar? —preguntó Adria viendo el camino de regreso a Oia.

—Ilias —dije sin apartar la vista de la carretera.

—Eso está mal, tío. Sé que te duele pero ella esperaba a que fueras a dejarla tú, no él.

Puse los ojos en blanco intentando ignorar sus palabras. A la mierda con todo esto, no podía soportar más esta sensación de impotencia o locura nata de que me dejara.

—¡Cierra la boca! No sabes absolutamente nada.

—¿Nada de que, Alex? Al parecer en estos días supe más de ella que tú en seis años. La amas, lo entiendo, le pediste que no te abandonara y no lo hizo... ¿Por qué no te vas tú con ella si tanta es tu mierda de no dejarla?

—Tú sabes que no me puedo ir —dije molesto pensando en ¿Cómo diablos se le ocurre? —. Es temporada fuerte y además no es como si pudiera dejar todo e irme con...

No podía seguir hablando, no cuando había entendido lo que quería decir. ¡Mierda! Adria tenía razón y no quería ni muerto reconocerlo.

—Sigue hablando, esto recién se ponía bueno.

—Cierra la boca.

—No —lo escuche sonreír a pesar que no lo estaba viendo —. Sabes que tengo razón y eso es emocionante.

Qué carajo con todo esto, aun así no lo admitiría. No señor. Subí el volumen del radio para hacer callar las carcajadas de mi primo y durante todo el maldito trayecto no volvimos a hablar.

Cuando llegue a mi habitación sentía la urgencia de bañarme y quitarme todo el sudor del cuerpo. Salir a correr era mi mayor distracción, hacerlo junto al mar aumentaba todo. Me quité la camisa tirándola a un lado de la cama justo donde mis zapatillas deportivas estaban tiradas.

Me senté para tomar un respiro cuando un pedazo de papel capto mi atención. La letra de Mia fue lo primero que observe, luego sus palabras me llegaron a lo más profundo.

LA PROMESA QUE NUNCA HICIMOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora