Volaron palabras lentas. Creí a estas abandonadas en el olvido. Dejé de creer en tus promesas en cuanto en mi vida dejaste de hacer ruido. Resentida, dolida, dañada, enfadada, apenada, me dejaste. Te largaste.
O eso había yo creído.
Bebí hasta llorar alcohol por mis ojos de luto por desgracias reiteradas. Lloré por tanta ausencias. Por, en mi vida, tu llegada y tu partida. Tan solo me dejaste un par de cartas, un poema, un cigarrillo reseco, un anillo y una cana de tu cabello arrancada.
O eso había yo creído.
Poco a poco me fui haciendo fuerte, comencé a no necesitar de nadie nada. Independiente, libre. Seguí por mi camino como tu dijiste, eterna soñadora, voladora, formadora libertina. Entre amante y amante perdido gritaba, menos mal que aun no estaba enamorada.
o eso había yo creído.
De pronto, todas las promesas quedaban en pie. De pronto aun me cuidabas como al cielo le juraste. De pronto, mis ojos volvieron al llanto por querer abrazarte y no poder. De pronto descubrí que me dejaste mucho más, miles de moralejas y sobre todo, libertad. De pronto, vi que aun me quedaba mucho tiempo por poderte olvidar.
Ahora creo, que siempre estoy equivocada.
