Cuarto capítulo.

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Me despiertan los rayos de sol de un nuevo día, entrando por la ventana por la que hace ya dos días que vi a ese castaño por última vez.

Me levanto y salgo a prepararle el desayuno a Rob.

-Eh – me dice para que me de la vuelta, lo miro y tiene el labio hinchado y con sangre.

-¿Qué te ha pasado en el labio? – le pregunto acercándome un poco a él.

-Ayer... unos me pegaron.

-¿Por qué? -le pregunto con una voz débil.

-¡Y a ti que te importa! – dice gritando y yo agacho la cabeza ¿cómo he podido preguntarle? Si sé como es perfectamente.

Justo en ese momento noto como sus brazos me rodean por la cintura suavemente, ¿me está abrazando? No, pero que digo ¿Cómo va a estar abrazándome?

Levanto mi cara y... sí, me esta... abrazando. Pero...

-Lo siento nena, sé que te preocupas por mí -dice acariciando delicadamente mi mejilla.

Espera, espera, espera... ¿Quién es este y dónde está el verdadero Rob? ¿Me ha dicho que lo siente?

No me lo creo, esto... es muy raro.

Sigue abrazándome un rato y luego se separa de mí para besar mis labios. Y por primera vez en mucho tiempo parece que lo hace con cariño.

-¿Quieres que te lo cure? – digo lo más amable posible, ya que ahora que esta de buen humor, no quiero enfadarlo.

Asiente levemente y cojo su mano para llevarlo al baño. Se lo curo y lo llevo de nuevo a la cocina para que desayune.

-Nena... yo... no quiero mudarme, pero debido a lo que sucedió el otro día, sabes que hay que irse, no?

Asiento levemente mientras muerdo mi labio inferior.

-No cambiaremos de ciudad, seguiremos viviendo en Londres, pero en unos edificios mucho más grandes y bonitos. ¿Vale? -coge mi barbilla para levantarme  la cara y hacer que nuestros ojos se conecten.

Y yo vuelvo a asentir.

Se acerca a mí y besa mis labios de nuevo, pero ahora como lo hacía antes, con mucho deseo – Nos vamos mañana – dice antes de levantarse e irse por la puerta que daba a la calle.

Será mejor que baje a comprar algo para hacer la comida.

Me visto y me maquillo el moratón que tengo en la mejilla, de cuando el castaño me defendió.

¿Por qué no puedo dejar pensar en él?

Bajo las escaleras, entro al supermercado y empiezo a coger las cosas que me hacen falta.

-Sabes... ya llevo 2 días haciendo boxeo y mi entrenador dice que soy muy bueno – escucho su voz suave y melodiosa detrás de mí y no puedo evitar sonreír.

Me giro para mirarlo, y allí esta el guapo chico castaño con un ojo un poco morado y aun con una pequeña tirita en su ceja.

-Estas preciosa, pero no me gusta que lleves tanto maquillaje.

-Si no lo llevo todos verán mis moratones.

Él agacha la cabeza mirando al suelo.

-¿Y... por qué no lo dejas y huyes de él?

Sonrío débilmente.

-No es tan fácil Castaño.

Y sigo caminando hacia otro pasillo, dejándolo solo mirando al suelo.

My light (Staxx)Where stories live. Discover now