18 de abril de 1975

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Habíamos pasado dos días sin descansar y no terminábamos de explorar la casa, sólo faltaba la última habitación de arriba, tratábamos de subir aunque mamá nos lo había restringido, ya que decía que las escaleras estaban muy viejas y daban la impresión de que estaban a punto de caerse, a pesar de que estas estaban en buen estado, además de que sería demasiado oscuro por la falta de ventanas; yo había sospechado de ellos porque actuaban muy extraño al mencionar esta, se ponían demasiado nerviosos, sabían algo que no querían que supiéramos y ni siquiera nos dejaban acercarnos al pasillo que daba a esas escaleras.

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