Todo era realmente extraño este día. Yo llegué un poco tarde, algo preocupada, pero la maestra aún no llegaba. Me senté en mi lugar habitual y me restregué los ojos; todo parecía igual, sin embargo sentía que veía todo a través de una especie de filtro que tornaba el aspecto de las cosas lúgubre, triste.

Minutos después entró la directora y el subdirector, pero esto ya no pareció producto del filtro: ellos estaban tristes. Lo vi en sus ojos, en su manera de caminar, y en sus movimientos. Venían con el propósito de darnos noticias.

La directora comenzó con un discurso aburrido sobre los seres queridos y delicadamente fue avanzando y moldeando sus palabras, haciendo que fueran por un rumbo que no me estaba agradando y era incómodo. Una pregunta pasó rápido por mi mente: <<¿Dónde está metido Scott?>>

Era extraño que faltara a clases, a pesar de ser un chico introvertido que apenas soportaba estar en lugares con tanta gente. Probablemente no fuera nada, pero el discurso de la directora me ponía más nerviosa.

—A veces es inevitable, pero estas personas a las que amamos se van.— entonces comenzó a llorar.

¿A qué venía todo esto?

—Se los diré sin rodeos, chicos. Lo lamento mucho, pero es una verdad y algo que no se debe ocultar: Scott Moonstone ha fallecido. —Su voz se quebraba y sus ojos humedecidos se encontraron con los míos por un breve momento.—si me disculpan...

Salió diciéndole algo a la directora que no pude escuchar. Era como si ahora tuviera un velo negro que estuviera asfixiandome, agujas en los oídos y un gato arañando mi garganta al tiempo que jugaba con una bola de estambre en esta.

Nadie me miró. En cuanto no hubo ningún maestro en el salón, todos volvieron a hablar normalmente. Unas cuantas chicas dijeron algo como "pobre chico", pero a nadie más le importó, y estoy segura de eso.

No sé si esta vez esperaban que volviera a interrumpir con un "Ahora que tengo su atención..." como en el anterior capítulo. Lo siento, no será así. Mi mejor amigo había...

No podía decirlo o pensarlo. Me tapé la boca y salí corriendo del salón de clase. A nadie pareció importarle, y me alegré de que nadie me siguiera.

¿Qué seguía? No tenía amigos como él y era la persona que se había llevado casi todos mis secretos; me sentía perdida, sola, aturdida. Por un momento pensé "Le pediré ayuda a Scott" pero adivinen quién acaba de morir.

Sí, Scott.

Lloré demasiado. Más que cuando murió mi perro, y en serio amaba a ese perro. Maldito Scott, ¿Por qué moriste?

Y otra enorme pregunta: ¿Cómo moriste?

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