Primer beso.

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— ¿William? —Casi le grité al oído lo que provocó que se sobresaltara.

— Kendall no me grites.

—Entonces respóndeme. —Su boca se curvó en una extraña mueca que pareció una sonrisa forzada. — ¿y bien?

— Fue hace ocho o siete años, Kendall.

Las palabras fueron dichas e inmediatamente su cara se encendió en un intenso rojo. Y eso solo podía decir dos cosas, estaba avergonzado, o mentía descaradamente.

—Hamilton... ¿Te avergüenza que hablemos de eso? —Las palabras salieron de mi boca antes de pasar por mi cerebro pero no me arrepiento de haberlas dicho.

El sacudió su cabeza en negación.

— Entonces mentiste. —No pregunté, afirmé.

Se mantuvo en silencio, y como yo quería saber la respuesta verdadera comencé a atacarlo.

— No lo puedo creer William eres un mentiroso —Me paré para fingir que me iba aunque esas no eran mis verdaderas intensiones — ¿Cómo puedes ser así? Yo que confié en ti, y tu me mientes descaradamente. ¡Eres un cínico!

En este momento trataba de no reír, era tan divertido verlo preocupado.

Cuando comencé a alejarme de él, al parecer reaccionó de su ensimismamiento y me detuvo sujetándome del brazo.

— ¿Qué? —Gruñí.

Antes de hablar respiró hondo. Aquí venía la verdad.

— Lo siento Kendall. Mira, en mi familia hay una tradición por parte de mi padre, puede parecerte extraña pero es así, yo y mis hermanos tenemos que cumplirla si queremos heredar algo... Y supongo que con eso entenderás el hecho de que no encuentro extraño que aún sigas virgen. No tiene nada raro.

No había otra mejor forma de explicarlo, ya lo había entendido y no me había sorprendido tanto porque una vez vi un caso parecido en el televisor, el chico no tenía que heredar ninguna fortuna pero era una tradición familiar, al igual en el caso de William. Así que no era tan extraño. Pero yo, sin ninguna ley y sigo así. Que patética yo.

— Eso era lo que no me podías decir hace unos minutos, antes de que me enojara.

Me solté de su brazo de mala gana y sentí que realmente estaba enojada con él, toda la actuación pasó a ser verdad.

El no dijo nada y luchó conmigo: me intentaba abrazar y disculparse otra vez pero yo lo continuaba rechazando, diciéndole que se aleje, que me quería ir, que lo odiaba por mentiroso; pero él siempre hacía todo lo contrario. Se acercaba, me abrazaba y decía que el no me odiaba.

—    Kendall, no te enojes conmigo por favor —Lo dejé abrazarme pero me negué a mirarlo— Por favor —Me besó la mejilla ruidosamente— por favor —abrazó mi cuerpo más fuerte pero luego aflojó el agarre.

Es demasiado insistente y eso ya me estaba cansando, algo que me hace pensar que él tenía razón al decirme bipolar, pero como no le voy a dar el gusto, estoy decidida a miarlo y sonreírle. Pero he cometido un error, un grandísimo error. El iba a besar mi mejilla al mismo tiempo que giré hacia él, lo cual hizo que nuestros rostros estudien casi unidos y nuestros labios al borde de un roce.

Mi respiración se cortó y supongo que la de él también porque no la sentía, creí para el tiempo en aquel instante porque nada seguía adelante, ni un rechazo, ni un beso. Mi rededor desapareció y en estos momentos solo quería moverme y acortar ese centímetro que nos alejaba.

Segundos después, no se si el viento nos movió pero nos besábamos.

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Llegó a quien esperaban... el nuevo capítulo. Simplemente, gósenlo. Besos, saludos y abrazos virtules.

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⏰ Última actualización: Dec 25, 2013 ⏰

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36 Días para amarte (Stop temporal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora