¡Tus hijos están aquí y tú en la luna!

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Unos capítulos antes...

- Aléjate, imbécil. -siseó Rodolphus con los ojos cerrados.

"Puedes hacerlo mejor, Rodolphus"

- Sera mejor que los deje solos. - Rabastan se levantó deprisa hasta la otra mesa del fondo.

Rabastan Lestrange salió rápidamente de ese espacio que contenía tensión sexual reprimida. Oyó con diversión las maldiciones de Rodolphus hacia su persona, y se sentó en una mesa alejada de todos observando el Gran Comedor sobre todo la mesa de los chicos del futuro. Ya que por ellos le habían hecho salir de Alemania a golpes.

Encogió los hombros.

Comparado con la vida que llevaba desde hacía muchos años, aquello no era nada. Y podía soportar perfectamente estar en espacios abiertos e incluso podría ser beneficioso para él salir fuera de su confort. Tantos años con miedo le habían dado algunas feas manías y fobias. Tal como llevar la varita en la mano al dormir, tener un ojo abierto por si pasaba algo y el horrible pensamiento que siempre le venía en cualquier momento del día como la noticia de la muerte de Rodolphus.

No podía dormir sin asegurarse que respiraba.

Y con la destrucción del hombre que había echo sus temores realidad, su mundo se vio envuelto entre juicios, herencias y negocios nuevos por llevar adelante.

Quizás debería buscarse a un hombre atractivo para relajarse...

- Por favor.- Una pequeña mano tiro de su manga.- ¿Me puedes dar ese trozo de tarta de la mesa?

Rabastan bajo los ojos para contemplar a esa pequeña belleza pelirroja, ya que era la niña más hermosa que había visto en su vida.

Se quedo embobado observándola.

- Claro.- cogió el plato de la mesa.- Disfrútalo.

La niña sonrio.

- Gracias, papa.- y se fue saltando contenta.

Si Rabastan se hubiera mirado al espejo podría ver el tono verde enfermizo que recorría por toda su cara.

- ¿Ocurre algo, Rabastan? - le puso la mano en el hombro. - ¡Despierta!

- Perdón... - bebió su vaso de Whisky de fuego del tirón. - No pasa nada.

Rodolphus alzo una ceja

- Haré como que me lo creo.

Esa niña le había llamado...papa.

Papa, padre, ÉL.

Es lo más absurdo que había oído en sus años de vida. Pero en cierto modo tenía sentido si le han llamado para presentar a los futuros hijos de las personas de esa sala, y él incluido.

Lo que también significaba que el otro padre se encontraba ahí, y Rabastan escrutó la sala minuciosamente. Y su vista se fijo en cierto hombre pelirrojo atractivo y sonriente.

Decidió dejarlo rápidamente al ver llegar a un muchacho que se parecía a Elliot Malfoy y desafortunadamente para Rodolphus a un Lestrange.

-Un poco más tarde en la noche-

Rabastan salió a dar un paseo por los alrededores del lago, ya que a esas horas de la noche no podía coger el sueño si no respiraba un poco de aire puro antes.

- ¡Hola!- una mano suave tiro de él.- No te acerques por ahí, por favor.

Rabastan se giro encontrándose con el muchacho Weasley, con el inconfundible tono de su cabello rojo fuego y los ojos azules pálido que le llamaron la atención.

¿¡Son tus hijos!? ¡Nuestros hijos! (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora