Prologo 2/2

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Por otro lado está Victoria Grellem, ella era una chica normal. O al menos así se decía a sí misma cada mañana antes de levantarse. 

Por cuestiones de la vida, ella fue dada a luz y criada la parte mas importante de su vida dónde aprende con mas rapidez por padres con ideales fuera de lo común, unos ideales que no solo los hizo morir en uno de sus tantos viajes, si no, hicieron que su primer y única hija fuera algo... Distinta a las demás niñas del vecindario, y Francia en general.

Criada por ellos, su personalidad se edificó a base de espontanead, confianza, liderazgo y disciplina. Sin hablar del cariño, porque por mas de las enseñanzas algo exageradas, ellos eran sus padres y ella su única hija, la amaban y les encantaba decir que era por ello que hacían todo para que fuera una chica especial, mas de lo normal. Su frase favorita, se podría decir.

Luego de nacer, dos años después, su madre decidió que quería viajar sola para recorrer todos los pueblos del norte de España. Así fue como emprendió viaje dejándola sola con su padre a la corta edad de dos años.

Su padre.

Él le había mostrado a ser indiferente con las opiniones de los demás, así supiera la manera de no depender de la gente y sus palabras, también la enseñó a dar su opinión abiertamente fuera cuál fuera y no ocultar nada, por mas doloroso o hiriente que fuera. Sin importar sus consecuencias. Gracias a él, pudo, con el correr de los años, no preocuparse ni compararse con los demás. Nunca le importó que las niñas en su escuela hablaran de ella por su cabello negro como la noche enmarañado siempre, ni de su ropa exageradamente colorida, ni hablar de su comportamiento tan espontaneo. Él fue quién además de inculcarle demasiado a su personalidad, le enseñó el arte de aprender, por él siempre fue aplicada académicamente y nadie podía hablar de su inteligencia sin alabar su gran empeño en siempre culminar lo que se proponga y acabar lograndolo de manera exitosa.

Obviamente, mas tarde, una figura femenina le hizo falta, por supuesto que sí; Por ello, su madre, una mujer hermosa de cabello rubio—en el momento de su llegada largo hasta la cintura—la piel ligeramente bronceada y unos ojos azules iguales a los suyos llenos de emoción y alegría llegó a mostrarle un montón de cultura y, como no, a ser una señorita. Ya que para ese tiempo, estaba contando con solo nueve años de edad y empezando otra faceta.

Después de todo la amaba, y a su esposo también. Solo que como anteriormente está escrito, eran dos personas casadas por amor y por su extraña afición e ideales distintos.

Ella le enseñó a como comportarse en situaciones trágicas, a como tratar a personas en situaciones difíciles y con el pasar de los meses, la convirtió en una niña única; Era dulce, inocente y sensible a la vez que de mente abierta, extrovertida, graciosa y inexplicablemente fan de todo lo relacionado con el mundo de la literatura en general. 

A los once años de edad se dio cuenta de que ser criada con los dos padres era lo mejor. Podías aprender mucho de los dos sin perder nada del otro. De a poco, su personalidad se fue transformando en algo exótico a los ojos de cada persona que lograba hablar con ella. Ni hablar de su aspecto, cada día era un poco mas bella y todos se interesaban por la pelinegra de cabello enmarañado y ojos azules, para ser una niña cualquiera se daba cuenta de lo hermosa que llegaría a ser. Los genes no ayudaban mucho, de igual manera, nadie podía negar que su pequeña familia era extravagante.

Su vida era, podría decirse, perfecta a su manera, llena de problemas como todo, pero no podía negar que lo que predominaba era lo mejor.

Hasta ese Septiembre días antes de cumplir sus catorce años de edad y sus padres la dejaron en casa en cuidado de la vecina. Todo marchaba bien, o al menos, eso era lo que ella pensaba. Todo se fue a la borda cuando se fueron al aeropuerto y un hombre lo dijo.

El último suspiro || TWD #AwardsCountingStars #PremiosMoonWhere stories live. Discover now