Conocí a Gertrud en la preparatoria, empezaban las clases y nuevos alumnos se incorporaban a la escuela. Como cada comienzo de semestre mi mejor amiga Sela y yo corríamos a inscribirnos a los talleres de danza, pues los lugares volaban y nosotras siempre alcanzábamos lugar en todos los grupos que queríamos.
Nuestros talleres siempre eran impartidos los días sábados y como Sela y yo tomábamos varios grupos de jazz teníamos que llegar desde las siete de la mañana a la escuela, sé que suena difícil, levantarte tan temprano para ir a la escuela en sábado, cualquiera moriría del asco, sin embargo, nosotras amábamos la danza y por ende no nos pesaba en absoluto llegar tan temprano a bailar.Las clases daban comienzo igual, media hora de calentamiento, una hora y media para aprender técnica de ballet y media hora para el montaje de las coreografías y así cuatro clases seguidas, pero con diferentes profesores.
La clase que más me gustaba era la que iniciaba a las nueve de la mañana pues el profesor que nos enseñaba era de verdad un experto bailarín, así que yo disfrutaba en exceso su clase.Éramos muy pocas alumnas en las clases pues el límite de bailarines por clase era de diez por grupo, pero eso siempre nos ayudó para que los profesores nos dedicaran a cada una unos minutos de la clase para perfeccionar nuestra técnica de danza.
ESTÁS LEYENDO
Chica número 11
Short StorySela, mi mejor amiga y yo, cursábamos la preparatoria, disfrutando nuestra juventud al máximo, sin que nada nos importara, hasta que de golpe, encontrar una antigua amiga nos hizo reflexionar sobre cómo la realidad a veces nos puede comer el alma y...