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Amar, no es solo una palabra más.

Se escucharía ridículo de parte de alguien, el decir que vemos al amor como una fuerza misteriosa, que nos hace desear todo de alguien, y que así mismo, esta nos entregue todo a nosotros... si, es un sentimiento sumamente egoísta.

Ni el azul oscuro del cielo nocturno podría describir la profundidad oscura del alma que poseía el menor, comparado con varios factores alineados en conjunto a sus emociones y sentimientos, no significaba nada, nada más que dolor y desesperación.

Era algo sumamente precioso y misterioso, llevado en furia en un presente amargo que se implantaba en el rojo carmesí de la sangre que corría por su venas.

No podía significar otra cosa, más que dolor, amargura, enojo y un egocentrismo irremediable en palabras brutas.

Un sentimiento normal en cuanto a él le convenía, el estar desesperado no era algo por lo que cualquiera podía pasar.

La desesperación tiene varias formas, unas que se asemejan a mentiras puestas en juego sobre una mesa, viendo aquellas como salida, una forma de escapar del dolor que nos asemeja en aquellos momentos, otras como sondas hipnóticas con el engaño de algo bueno y placentero para el ser que causa la susodicha sensación.

Yoichi había sido quien sufrió por ella, quien pasó por un sentimiento tan profundo y miserable. Algo realmente irónico ahora que lo pensaba... ¿No era él, pues, quien quería causar la desesperación en alguien más?
Si, esa era la vida que había elegido...

Pero esa vida se había ido, extinguido tristemente en el vacío infinito.

Aunque, extrañamente... seguía consiente.

Ciertamente no era capaz de ver el mundo que le rodeaba, ni de sentir con su cuerpo como lo hacía cuando era un humano.

Todo era un caos en su mente,  y el demonio a su lado, no ayudaba en absoluto, contrario a eso, el que aún se encontrase con "vida" era su culpa.

La sensación de poseer algo infinitamente ansiado y buscado, es demasiado fuerte, por supuesto, no dejaría escapar algo así por nada del mundo.
Mucho menos por un "sacrificio de amor" como lo había sentido por parte del castaño al dar su vida por el ser humano.

Un ser humano, que a parecer del demonio... no tenía mayor importancia ni significado, era un ser que vivía y moría como cualquier otro.
Su humano era especial, y efectivamente único, no existía nadie que se le comparase, que fuese tan interesante como para retenerlo a él con solo palabras.

Los intentos de "suicidio" que quisiese hacer, no funcionarían mientras él estuviese allí para impedirlo.

Mírame [Kimiyoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora