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Habían pasado unos cuantos días luego de aquel encuentro, Benjamín volvía a encerrarse en su casa pero esta vez fue por un motivo diferente. Una fuerte gripe se había apoderado de su organismo, dejándolo sin fuerzas si quiera para levantarse, recibía la ayuda de su madre con un claro "te lo dije", ya que, siempre salía lo más desabrigado posible.

Era un sábado aburrido por lo que Benjamín comenzó a revisar cada mueble que estaba en las cercanías de su habitación, encontrándose con la tan ansiada y divertida caja de chicles.

Una idea se cruzó por su mente y al tener el número de Luisana, inmediatamente le envió un mensaje de texto invitándola a su casa, como ella no sabía dónde quedada esta, le adjunto la dirección y a los pocos segundos
ella contestó un emocionado "¡Claro!, nos vemos Benja :')"

Alrededor de media hora, la chica se encontraba a los pies de la cama, contándole las anécdotas sobre un camping al cual había asistido con su familia. Benjamín, a pesar de tener dificultades para hablar, agregaba uno que otro dato haciéndola reír.

La chica se acercó más él y comenzó a mirar detalladamente su habitación, Benjamín involuntariamente acaricio su mejilla y ella le sonrío, acercarse pero ella lo detuvo, señalándole su mesita de noche en la cual reposaba una fotografía de Camila, su ex novia.

Benjamín volteo la fotografía y continúo su camino hasta ella, rozando sus labios y luego intercambiando el sabor a naranja que desprendía la sustancia que se encontraba casi en sus muletas.

Al separarse, el chico le quitó la tableta de chicles de naranja para introducirlos rápidamente en la
caja, ella sonrió y volvió a besarlo, disfrutando de la combinación que hacían el sabor de sus labios junto a la goma de mascar.

La chica de los chiclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora