Capitulo 14: Coma

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Un fastidiado rubio observaba por la ventana como las flores de cerezo caían en la calle, siempre sintió un gran imán hacia esos paisajes precian gritarle algo importante que había olvidado, pego su nariz en el vidrio ¿Por qué tenía tantas de soltarse a llorar? De pronto la silueta de un joven se dibujó en medio de la calle, su cabello era castaño, no lograba ver su rostro solo sus labios se movían, parecía decirle algo, abrió la ventana pero desapareció junto a una ráfaga de viento, nuevamente se formaba ese hueco en su estómago, odiaba esa situación.

—¡Yu-chan! la cena ya está lista. —Hablaba un pelinegro. —Ven a sentarte.

—Ya voy. —Contesto de mal humor, detestaba ese tono que usaba. —Mi nombre es Yuki, no me gusta que me hables como si fuera tonto.

El rubio acomodo su flejo que tapaba una parte de su rostro, comió tranquilamente, honestamente no tenía hambre pero sabía que si no lo hacia su esposo le reñiría, no estaba de humor para soportar sus sermones, sus ojos se iluminaron al ver el postre, era un cheescake, lo devoro con ansia, no entendía por qué su olor le traía tan buenos recuerdos, cerró sus ojos disfrutando el sabor, nuevamente esos labios aparecían ante él, no sabía a quién pertenecían pero los amaba, después de la cena se dirigió a la sala donde se sentó a admirar su argolla, adoraba ese accesorio.

—¿estás seguro que vas a estar bien estos días? —Volvió a cuestionar el pelinegro. —Solo estaré un par días en Corea cuando pueda regreso a Okinawa.

—Voy a estar bien Woo Bin. —Contestaba el rubio con una mueca de fastidio. —He perdido la memoria más no soy un idiota.

Woo se acercó a su pareja besando su mejilla, sabía que le enfurecía no saber de su pasado, de no saber quién era, se sentó a su lado guardándolo entre sus brazos, el medico había dicho que después del accidente, sufrió de un gran traumatismo provocándole una amnesia irreversible, comenzó acariciar su espalda, a besar su cuello, ahora era suyo, completamente suyo. El rubio al sentir como su esposo lo comenzaba a tocar se levantó de golpe corrió hacia el baño, a veces no comprendía porque le daba nauseas sus besos, sentía una inexplicable aberración hacia su persona, se sentó en la taza sujetando su cabeza con ambas manos, odiaba ese sentimiento de culpa, como podía odiar a su propio amante, era frustrante no saber la verdad de su pasado, realmente odiaba su situación, nuevamente el hueco en su estómago le provoco algunas lágrimas, ¿Por qué tenía tantas de ganas de llorar? Abrió la regadera metiéndose bajo el agua, no deseaba que Woo lo escuchara llorar, tapo su boca con su mano ¿Por qué dolía tanto su pecho? Un año sufriendo de esa manera sin conocer quién era realmente.

Un pelinegro caminaba elegantemente por el pasillo principal de la prisión, el resto de los reos lo miraban admirados, su belleza era de otro mundo, cada mes tenían la buena fortuna de verlo recorrer su largo andar hasta una sala de interrogación, era un regalo de los dioses, ver tanta hermosura en un solo hombre, dos oficiales lo vigilaban de lejos, cuando paso por una de las celdas un sujeto gordo de mal aspecto comenzó a lanzarle piropos.

—Precioso muñequito mueve más ese pequeño trasero. —Le grito el tipo de la celda 310. —Pequeño gatito te hare tocar la gloria.

El aludido detuvo su andar, su sonrisa se esfumo, todos quedaron expectantes a sus movimientos, sabían que esa belleza de piel blanca era un tipo de cuidado, siempre había un sujeto nuevo que le gritaba obscenidades, se giró en dirección a la celda 310, ingreso a la pestilente habitación, el tipo que lanzo semejantes atropellos tenía una altura aproximada de 1. 89, tenía un gran problema de sobrepeso ambos personajes se quedaron viendo fijamente.

—Te has animado. —Hablo destilando un asqueroso aliento. —Gritaras porque te dé más, gatito.

El intruso le dio una patada en las partes nobles provocando que cayera de rodillas por el dolor, después le soltó otra patada en la cara haciéndolo que perdiera un diente, se colocó tras de él, sujetándolo por el cuello donde s puso una navaja fue desgarrando superficialmente la piel, un pequeño camino de sangre nació.

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