Un rato después despertó al sentir el peso de alguien hundir la cama a la altura de su cadera para luego caer sobre ella, no se sentía asustada, su cerebro seguía dormido por el alcohol, a pesar de ello se sentía alerta, todo lo alerta que se puede estar con un grado tan alto de alcohol en el cuerpo, cuanto había dormido? sabia que muy poco, la borrachera no había abandonado su cuerpo.
Lo que fuese que estaba sobre ella emitía gruñidos y se movía como un gusano e intentaba separar las sabanas del cuerpo de la joven.
Antonella percibió como un olor agrio invadía sus fosas nasales, era un olor fuerte con un toque dulzón y amargo a la vez, en su estado no le pareció desagradable, pero si sus sentidos no estuviesen tan dispersos habría sabido que era el inconfundible olor a muerte y descomposición.
Todo esto sucedió en menos de quince segundos, cuando la joven decidió que era hora de ver al intruso a la cara el sentido de irrealidad total la dejo en completo shock, era su madre? eso no era posible.
Era un cuerpo, al menos en algún momento del pasado lo fue, estaba desnudo, hinchado, y su color era similar al yogurt de moras, en algunas partes de su espalda y glúteos habían agujeros segregando un liquido oscuro y viscoso, y alrededor de estos un moho negro, similar al que invade los arboles en las montañas a alturas considerablemente altas, o en las profundidades de los bosques, pero nada de esto fue captado por la joven, sus ojos no se habían movido de la parte superior de el cuerpo, esta era la que le había hecho sentir que estaba en un sueño, la cabeza, en realidad no era una cabeza, era la mitad de una, tenia un corte limpio en diagonal como si hubiese sido hecho por una sierra de huesos, este permitía ver la cavidad cerebral vacía y negra, como la entrada a una cueva que promete muchos horrores a sus intrépidos visitantes. La cavidad ocular que quedaba tenia los parpados cosidos pero antes habían removido el órgano de visión, su boca era un túnel negro y pestilente que se abría y cerraba cada vez que la cosa intentaba decir algo pero en vez de palabras solo se oían gruñidos, y sus manos, que no tenían uñas, estaban llenas de un liquido negro y viscoso parecido a aceite de auto quemado, intentaban agarrar los brazos de la joven inmóvil.
Esa cosa... tenia el cuerpo y lo que quedaba del rostro de su madre, vivir quince años con alguien hace imposible las confusiones, la cicatriz sobre el seno izquierdo era perfectamente visible, esa que se hizo cuando intento suicidarse. A pesar de ello su cerebro le decía que era completamente imposible.
Una eternidad después, así lo sintió ella, su mente se destrabo permitiendole tener el control de su cuerpo nuevamente, empezó a moverse, primero con movimientos lentos y luego con cada fibra de su cuerpo llena de pánico, se sacudía intentando safarse de esa horrible cosa apestosa a muerte y recuerdos, pero era muy pesado, mas que eso era inamovible. Su garganta estaba cerrada a cal y canto, no podía gritar, de ella solo salían gemidos casi inaudibles.
De pronto, desapareció, la sensación de haber salido de una pesadilla habría sido creíble, estaba empapada en sudor, y todo su cuerpo palpitaba por el desbocado latir de su corazón, pero el olor seguía allí, en cada rincón de la habitación, había pasado de ser algo poco perceptible a convertirse en completamente insoportable, y allí estaban las sabanas, llenas de trozos de algo muy parecido a la carne descompuesta.
Salio disparada de la cama como impulsada por un resorte y al poner los pies en el suelo un mareo invadió sus sentidos, con todas sus fuerzas logro levantarse y bajar las escaleras sin desmayarse, las luces empezaron a titilar llenando su sistema de mas pánico, llego hasta la puerta y la abrio, antes de poner un pie fuera de la casa algo la empujo desde dentro de esta haciéndola volar un par de metros y caer sobre el asfalto de la calle, las puertas se cerraron fuertemente y las luces dejaron de titilar quedándose completamente oscura.
La chica cayó de frente contra el suelo rompiéndose la nariz pero no perdió la consciencia, antes de darse cuenta estaba vomitado todo lo que había entrado en su sistema en las ultimas horas, al terminar se levanto con rapidez impulsada por el pánico como una inyección de adrenalina pura en su sistema y empezó a correr sin un rumbo especifico solo deseando poner miles de kilómetros entre ella y esa casa, no gritaba, solo corría, su nariz sangraba cada vez mas mojando su cuerpo semi desnudo y dejando un rastro de sangre en suelo. Corrió hasta que sintió que se todo se volvía negro y caía al suelo, su cabeza golpeando el asfalto de nuevo, pero esta vez no hubo nada mas.
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