Treinta•y•dos

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Hola Liz...

Creo que está será la última nota que te enviaré.

Ayer, cuando estaba a punto de darte la carta que estaba escribiendo, Joseph descubrió una de las cartas que te envié.

Al momento, salió.

“¿¡Quién es ese Chico Invisible!?” gritó enfadado.

“Espera, Joseph...” dijiste. Pero era tarde, Joseph ya había salido. Y ¿adivinen qué? Al salir, me vió ahí parado con una de las notas en la mano.

Me quedé paralizado. No sabía que hacer. Mis hojas, todas tienen un diseño de corazones y flores moradas. El vió que eran iguales a las notas que te envío.

“¡Tu!” me señaló Joseph.

Me viste. Estabas nerviosa, preocupada, con miedo, sorprendida... no sé. Pero pusiste cara como si hibieras visto un fantasma.

“M... ¿Mark?” pronunciaste mi nombre. En tus palabras suena hermoso, aunque ese no era el momento exacto para pensar eso. “¿eres el chico invisible?”.

Solté la nota y me fui corriendo. No te he visto desde entonces. Te llevaré está nota con más cuidado, seguro Joseph ahora me tiene vigilado.

Adiós Liz. Fue lindo enviarte estas notas...

Atte. El Chico Invisible. (O Mark, como quieras llamarme).

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