Prologo.

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El éxtasis en mi cuerpo me llena tanto, que siento la adrenalina correr cada vez más por mis venas, inundándolo todo a tu paso, dejando sin existencia el temor.

Sé que el idiota que decidió retarme de nuevo no puede ganar si no altera el funcionamiento del motor de su estúpido Ferrari rojo que usa para correr casi cada semana. También sé que no puede ganar porque lo haré yo, una vez más.

Sonrío con diversión cuando escucho el motor de su auto acercarse a mí. Vaya, hasta que decide unirse a la fiesta. Cree que puede intimidarme si se apega a mi auto y, para hacerlo más miserable, nada sobre la Tierra puede hacerlo.

– Está tratando de sacarte del camino, ¿cierto? –escucho la voz de Louis a través del pequeño radio.

– Y no le funcionará. Usó el nitro para alcanzarme hace dos vueltas, cerca de Mountsout. –comento con burla, recordando aquel débil intento.

–  Y supongo que no lo logró. –escucho también la voz de Harry.

–  Y supones bien, amigo mío. –canturreo. No entiendo por qué hay idiotas que usan óxido nitroso, no hacen más que dañar sus autos y quedar más como idiotas. –Voy llegando a Peckham. Quiero una buena bienvenida esperando por mí.

– Tranquilo, Horan. –habla Louis en tono divertido. –Las chicas están impacientes, y el Karaoke Music está listo para la fiesta.

Puede no ser muy buena idea festejar antes de ganar, pero cuando tienes frente a ti algo más predecible y fácil como un juego de mesa, bueno, no es difícil saber cuándo ganarás. Y no podría ser mejor.

Me concentro totalmente en el camino frente a mí, dejando de lado el radio por el cual siempre mantengo comunicación con los chicos. Tengo una carrera que ganar.

El destello de las luces del auto del idiota reflejan en los espejos de mi auto, provocando que no logre ver bien la oscura y estrecha calle. Y sé de inmediato que lo hace a propósito para tener ventaja.

El sur de Peckham es uno de mis barrios favoritos en Londres para correr. Solitario, problemático, y lo mejor, sin policías alrededor. Un barrio perfecto para correr autos clandestinamente, con apuestas ilegales y tipos con armas.

Pero el idiota que tuvo las suficientes pelotas para retarme en la carrera de hoy, no está haciendo más que fastidiarme la noche como un maldito grano en el culo. ¿Acaso cree que voy a hacerme a un puto lado? No me importaría pagar de nuevo la carrocería de mi hermoso BMW, el plan es llegar a la meta primero que ese idiota.

Está cada vez más cerca, sé que está a una nada de rozar el fender de mi auto, pero eso no me importa demasiado. Solo dejo que me alcance un poco más para mi siguiente movimiento.

Justo al frente hay una vuelta que lleva a un callejón que da directo con El Punto. Es mi oportunidad para quitármelo de una vez por todas.

Giro con brusquedad, tomando ayuda del freno de mano, entrando así a la perfección en el estrecho callejón y dejando de nuevo atrás a mi pequeño compañero. Es un idiota. ¿Acaso está comenzando en esto?

Cuando logro ver de nuevo sus luces detrás de mí, ya es tarde para él.

Freno mi auto con fuerza, haciendo rechinar los neumáticos, deteniéndome con todo el estilo y arrogancia propios de mí.

Adoro sentir la adrenalina correr por mi cuerpo en cada carrera que hago, y lo hace más divertido cuando sabemos que puede haber policías cerca.

Me metí en esto poco después de cumplir los diecinueve. Al entrar en la universidad, me di cuenta de la diversidad de mundos que puede haber dentro de una institución pequeña y privada, llena de jóvenes ricos y mimados, y eso no hace más que traer problemas y diversión.

Cambio Inesperado [N.H.]© Parte #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora