Motivos a medias.

1K 90 7
                                    

La joven cruzaba sus piernas en una señal absoluta de no querer hablar con él, no tenía intención de hacerlo. Hasta ahora solo había dicho lo que quería decir, lo que necesitaba decir y tal vez poco de lo que quería que supiera, aún cuando ella misma sentía que eso frenaría su terapia.

—Dígame ¿Que la llevó a hacerlo?

La apariencia de mover los labios y producir palabras era una de sus mejores habilidades. No había parado de hablarle y sin embargo no le había dicho nada.

—Era molesto.

—Si esa fuera la mentalidad de todos, iríamos por ahí matando a los que nos parecen molestos.

Y eso lo sabía muy bien el doctor Lecter.

—¿Qué eso no es la guerra? El desacuerdo de muchos llevados a la violencia extrema. Ademas, no lo maté.

—Acabaste con la vista de alguien que quería ser piloto.

La chica sonrió, a punto de reírse. Era su primera sesión y estaba sorprendida a más no poder. Vio al doctor algo incrédula.

—Es impresionante, Dr. Lecter.

—Mataste su futuro.

—Ahora que lo menciona, tiene razón, tal vez lo pensó mi subconsciente. Y respecto a esta aclaración, con su anterior pregunta. ¿Qué no hacemos eso? Nos matamos con palabras hirientes, bonitas. Matamos sueños y esperanzas. Matamos para buscar la libertad, para mantener la paz, para salir de problemas. Para vengarnos. Matamos a otros porque nos parecen molestos o porque se nos presenta la oportunidad.

—¿El termino "muerte" no le parece algo exagerado para lo que acaba de plantear?

—Tal vez si. Pero yo no dije nada sobre la muerte, fue usted...

El silencio de Lecter la perturbó, prefería tener una charla fluida, de alguna forma se sentía indefensa.

—Aún no me responde sus motivos.

—Diría que... tal vez y solo tal vez era el destino.

Estaba a punto de acabar la sesión de una hora, y lo único que había dicho de verdad era lo que pensaba de la muerte.

Días atrás nadie habría pensado que Becca necesitara de un psicólogo y mucho menos de un psiquiatra. Pero el tiempo lo había decidido así. El destino, sus decisiones, tal vez su propio nacimiento la había marcado desde el principio.

...

Hey, Becca. Buenos días.

Papá solía decirme...

¿De verdad tenemos que hacer esto todos los días?

Que no existía gente mala...  

Tranquila. Mira, no lo tomes a pecho, pero necesito una opinión para un trabajo de investigación.

Que solo existía gente incomprendida...

A un lado Novak.

Que existía gente enojada y triste...

—¡Oh, vamos! ¿Por qué tan seria siempre?

Y que debía comprenderla...

¿Por qué tan curioso siempre?

Que era lo mismo con mis decisiones...

¿Qué puedo decir? Es lo que mejor sé hacer.

Tal vez mi sueño era ser un médico exitoso...

Hannibal Lecter es mi psiquiatra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora