"¿Quieres bailar?"
Camila me preguntó después de haber acabado con un par de tragos más. Ya estaba media ebria, pero no tanto como para no poder caminar correctamente, solo estaba feliz y alegre de tenerla aquí conmigo y de que pasáramos el rato juntas. Había sido un día espantoso al principio, pero salir con ella me había alegrado por completo.
Siempre que estaba a su lado me ponía feliz.
No podía evitar que una sonrisa boba invadiera mi rostro cada vez que la veía, cada vez que veía su boca, su nariz, sus ojos o cualquier centímetro de su piel. Odiaba cuando me decía que estaba vieja y desgastada, que le saldrían arrugas pronto y que el otro día se había encontrado una cana. Que importaba todo eso cuando su personalidad era la que me tenía a sus pies, su actitud dominante me tenía gobernada y su encanto me tenía enamorada. Además no entendía cómo es que no se amaba a sí misma. Ella era preciosa físicamente.
Era como el vino, mientras más años mejor.
Era como la fruta madura, tan dulce y exquisita.
Era una mujer completa y real, no podía estar más fascinada con ella. Me gustaba su madures, pero también su lado infantil. Me gustaba que yo le gustara. Nunca pensé que se fijaría en mi.
Yo tan solo era una niñita enamorada por completo de ella.
Admiraba cada parte de su ser. Era una obra maestra, como hecha a mano. Sin ninguna falla, esculpida por los dioses, y yo era tan solo otro común y corriente visitante del museo que apreciaba el arte.
Sabía que no era la única, y que quizás nunca lo sería, pero tenía que aprovechar ahora que la tenía sólo para mi.
Todo mi cuerpo se ponía alerta cuando ella estaba cerca y sentía la sangre corriendo por mis venas cuando se me aceleraba el pulso al verla.
Dios... si que estaba enamorada.
"Si, si quiero. Vamos" Le respondí. Dejé mi abrigo y su chaleco en guardarropía para movernos más fácilmente. Luego la tomé de la mano y la guié por la escalera hacia el segundo piso donde se encontraba la pista de baile.
La música era ensordecedora y la pista de baile estaba repleta. Nos colamos entre la gente hasta que encontramos un hueco donde instalarnos. Las luces parpadeaban al son de la música y por momentos no la podía ver. El aire era pesado por los cuerpos sudados que nos rodeaban y el calor que hacía en el lugar.
La voz de The Weeknd inundó el lugar y de inmediato sentí mi piel erizarse al reconocer la canción. Miré a Camila frente a mi, sus ojos se habían oscurecido y sabía que el hambre que veía en ellos también se podía ver en los míos. El ritmo de la canción era tan adictivo que podía sentir mi cuerpo moverse al ritmo de esta casi inconscientemente.
La tomé por las caderas y la acerqué a mi cuerpo mientras ponía una pierna entre las suyas. Comencé a mover mis caderas contra las de ella al ritmo de la canción. Con mis manos la guiaba para que siguiera mi ritmo y una vez que lo hizo, comenzamos a bailar con nuestros cuerpos pegados. Yo le sonreía con inocencia sabiendo muy bien que mis movimientos contra su pelvis no tenía nada de inocentes.
Simplemente seguí mis instintos e hice lo que mi alcoholizada cabeza me decía que hiciera. Primero la besé en el cuello para después dejar una juguetona lamida en el mismo lugar. Después pasé mis labios suavemente por su piel mientras subía hasta su oído, atrapé el lóbulo de este con mis dientes mientras seguía meneándome contra ella. Sentía cada parte de su cuerpo en contacto con el mío. Nos fusionamos en una sola. Estábamos conectadas gracias a la música, esta hacía que nuestros cuerpos se movieran en armonía y que nos dejáramos llevar por la melodía. Era lento, sensual, provocador y caliente.
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La mamá de mi mejor amiga - Camren
Fanfiction¿Por qué nos enamoramos siempre de la persona menos correcta? Lauren Jauregui, una adolescente de 18 años descubrirá el amor en la persona menos adecuada, la mamá de su mejor amiga.