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Camila POV

Era un jueves por la mañana como cualquier otro. Un par de semanas después de que Lauren nos invitó a verla tocar en aquel bar. Todavía tenía la cabeza un tanto loca por la canción que me dedicó y todo el dolor y amor que expresaba. Me seguía sintiendo culpable. Sé que hacerme sentir mal no era su intención, que sólo quería demostrarme lo enamorada que estaba de mi y todo lo que le afectaban mis acciones, pero no podía evitar odiarme a mi misma.

Todo había cambiado desde entonces. Seguíamos saliendo con la misma frecuencia pero ahora si algo nos molestaba, lo hablábamos e intentábamos arreglarlo. No nos quedábamos calladas y yo obligaba a Lauren a que me dijera lo que sentía, no importaba si eran cosas pequeñas o sin sentido, todo lo que salía de su boca era de suma importancia para mi y ya podía apreciar un cambio en ella. Estaba más feliz, era más sincera y menos tímida.

Salí de mis pensamientos cuando sentí la puerta de mi oficina abrirse y al señor Zammicheli entrar.

Oh no.

No quería que este viejo de mierda se llevara la felicidad que tenía al pensar en mi Lo. Ese día estaba vestida más sexy de lo normal porque tenía planeado salir con Lauren después y sabía que le encantaba que me vistiera así. Nunca lo admitiría pero sabía que se aguantaba las ganas de decirme cosas sucias. Ahora era una gran desventaja estar así porque tendría que aguantarme las miradas lujuriosas de mi jefe.

 Ahora era una gran desventaja estar así porque tendría que aguantarme las miradas lujuriosas de mi jefe

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Sonreí falsamente. "Señor Zammicheli, ¿hay algo que necesite? Estaba a punto de ir a almorzar pero si quiere algo lo haré de inmediato" le respondí lo más calmada y amablemente posible. Quería que se fuera rápido. Estaba cagada de hambre y me daba lo mismo tener que saltar por la ventana y romperme las piernas con tal de salir de ahí.

"Oh señorita Cabello, precisamente a eso venía. La quiero invitar a que por favor coma conmigo en mi despacho. Tengo algunas... cositas que hablar con usted. Pediremos lo que usted desee" me informó mientras se acercaba a mi escritorio y... mierda, estaba jodida. Si le decía que no sería mal educado, pero su vocecita de viejo asqueroso me daba mala espina.

"Umh... preferiría comer aquí, no quiere que los demás trabajadores piensen mal ¿o si?" Le pedí y pareció comprender. Estaba más nerviosa que la mierda y lo que menos quería era que me encerrara en su oficina para hacerme quizás que cosas.

"Mmmmh tiene razón. No queremos que sepan que tengo cierta... preferencia por usted. Iré a ordenar. ¿Qué se le apetece? Yo ya tengo claro lo que quiero" me respondió con una sonrisa maliciosa y recorriendo mi cuerpo con la mirada. Tuve una arcada involuntaria. Este viejo de mierda se estaba haciendo el coqueto conmigo y no había cosa más repulsiva que eso. Reí nerviosamente sin saber como actuar. No quería sacar mi lado feminista y agresivo con él. Amaba mi trabajo, pero este culiao no sabía respetar a las mujeres y como tratarlas, de seguro tiene unas 500 amantes y no era capaz de conformarse con una vagina.

La mamá de mi mejor amiga - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora