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Camila POV

Había llegado el momento... Lauren se iba  pero yo no quería dejarla ir. La iba a extrañar tanto. En tan solo pensar que ya no podría ser capaz de tenerla entre mis brazo y decirle lo bonita que era me desconsolaba.

Iban a ser meses muy difíciles pero ambas estábamos comprometidas en hacer esto de la mejor manera. Las relaciones a larga distancia nunca son sencillas.

Ahora estaba esperando por ella en mi departamento. Lamentablemente no podía ir a dejarla al aeropuerto porque su familia estaría ahí y a menos que quisiera acabar con mi vida, no tenía permitido acercarme a ese lugar.

Le tenía un montón de regalos. Quería que me tuviera presente todo lo que pudiera. Estaba sentada en el sillón con el montón de cosas a mi alrededor. Los nervios me consumían por dentro, tenía miedo de que algo le pasara mientras estaba allá y que yo no pudiera ayudarle, tenía miedo de que dejara de amarme y que encontrara a otra persona. Sabía que eran miedos un tanto estúpidos porque estaba más que segura de que Lauren me amaba, pero al igual que ella, temía que se diera cuanta de que yo no era tan buena para Lauren como ella creía.

El sonido de la puerta abrirse y luego cerrarse me sacó de mi letargo. De un solo salto ya estaba al lado de Lauren abrazándola como un koala, con mis piernas en torno a su cintura y mis brazos agarrados a su cuello.

"Hola" me saludó con voz tímida.

"Hola" respondí en el mismo tono contra su cabello. Estuvimos en ese abrazo por varios minutos, no era necesario decir nada, sabíamos lo que pasaría en un par de horas, solo disfrutábamos de la cercanía de la otra mientras podíamos.

Me separé de ella para poder quedar frente a frente. Acaricié su rostro pasando mis pulgares por sus mejillas y labios. Delineé el contorno de estos y luego la besé con todo lo que tenía. Iba a extrañar mucho sus labios, sus besos húmedos y calientes.

Ella se aferraba a mi tan fuerte como yo a ella mientras nos comíamos la boca. No sabía que aire respiraba. Nuestros alientos se confundían entre sí. No nos importaba perder el aire, no queríamos separarnos. El beso era ansioso y húmedo, expresaba perfectamente cómo nos sentíamos.

Luego de un par más de segundos, nos separamos y junté nuestras frentes. Nos mirábamos a los ojos.

"Ya te extraño y ni si quiera te has ido" murmuré contra su boca soltando una risa triste.

"Debemos aprovechar este par de horas que me quedan entonces" respondió y yo sonreí y asentí.

"Te compré muchas cosas. Son para tu viaje y tu estadía en California. Ven" le dije bajando mis pies al suelo y tomando su mano para que me siguiera a la sala de estar.

"Camz... no era necesario. Sabes que solo me basta co... oh wow" paró de hablar cuando vio la inmensa cantidad de cosas que le había comprado. Algunas estaban envueltas pero se podía ver un ramo de rosas rojas, un peluche de nala del rey león, un cojín para el vuelo en forma de banana y un montonsito de libros.

"Mira ven siéntate. Deja mostrarte todo" le indiqué palmeando el lugar libre a mi lado en el sillón. Se sentó de inmediato. Acerqué el ramo de rosas y se lo pasé dejando un beso en su mejilla rojita mientras las olía. Luego le puse el cojín en el cuello y dejé el peluche de nala en su regazo. Se veía adorable.

"Camz... me encanta todo, muchas gracias pero no debiste..." habló tímida por toda la atención.

"Deja que te consienta. Me hace feliz hacerte feliz" respondí simplemente y ella abrió su boca para decir algo pero se arrepintió.

"Mira. Te compré un libro de Charles Bukowski, uno de Stephen King, Franz Kafka, Gabriel García Márquez y otro de Aldous Huxley. Sé que son tus favoritos" le dije mientras le mostraba cada uno de los ejemplares. Su cara de sorpresa me hacía feliz. Amaba los libros y en especial a estos autores.

La mamá de mi mejor amiga - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora