Beso

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La primera vez que Seokjin dio un beso fue a los once años con su vecino.

Sucedió un día, mientras el niño azabache le enseñaba a Jin a jugar futbol y terminaron hablando de las niñas bonitas de la escuela.

Hyosang, el vecino, dijo que Jin hubiera sido una niña hermosa. Y Seokjin le robó un beso.

Hyosang fue su mejor amigo desde los primeros días de primaria y hasta el final de la secundaria. Después de eso, su familia se mudó a China y perdió todo contacto con él.

[...]

Kim Namjoon era un personaje que cubría de forma casi perfecta lo que Seokjin quería: el joven adolescente de dieciocho años con la piel bronceada y las extremidades largas; los labios gruesos y la sonrisa llevadera; la mirada fría y la lengua afilada. Con una mente casi tan compleja como odiosa. Un pretencioso que se definía como un científico loco, uno muy tierno, por cierto.

Jin se repitió un millo de veces que debía calmarse y dejar de idealizar su relación. Porque era una relación fingida (incluso había un papel que respaldaba ese hecho). Su inconsciente le decía que ya no había marcha atrás. Todo se había ido al carajo cuando el pensamiento de "qué si esto, de alguna forma, funciona..." aparecía; Seokjin estaba enamorado.

Y no un enamoramiento cualquiera, era uno muy estúpido. Porque todo ese tiempo, Seokjin creyó tener el control de las cosas. Y más estúpido aún, Jin sabía que debía terminar aquel trato la misma mañana que despertó amodorrado y perezoso siendo sostenido por la cintura con un brazo ajeno y el calor del mismo cuerpo cubriéndole la espalda, pero aunque su consciente lo sabía a su corazón le aterró imaginar perder aquello.

Namjoon se estiró perezosamente en la cama y estrujó más el cuerpo de Seokjin contra sí mismo, soltando un quejido reconfortante al final. Besó la nuca pálida del mayor y escondió el rostro en el cuello níveo de Seokjin.

— Buenos días, Seokjin —saludó con la voz rasposa—. ¿No se estarán preguntado tus padres dónde te encuentras?

— Ayer avisé que dormiría con Hoseok —respondió con calma, disfrutando la cálida respiración soplando contra la sensible piel.

El muchacho teñido sonrió sobre el cuello ajeno y el brazo que se enredaba en la cintura del mayor se deslizó un poco hacia abajo. Al llegar a las estrechas caderas, Namjoon abrazó con más ímpetu al castaño, rozando su pelvis contra el trasero de Jin.

— ¿Entonces a ese "buenos días" te referías? —Se burló el mayor, sintiendo el bulto de Namjoon restregarse contra la tela del jean.

— Más del setenta por ciento de varones entre los trece y veintidós años sufren de erecciones matutinas. De hecho...

Seokjin no tuvo la oportunidad de notar como la sonrisa serena del moreno se convertía en un gesto malicioso y una de sus pesadas manos viajaba hasta su entrepierna, apretando sin permiso la erección que Jin no había notado que tenía. El castaño jadeó fuerte por el repentino movimiento y frunció el ceño cuando el menor comenzó a reírse.

— ¡Bingo! —Susurró Nam.

Gracioso —masculló entre dientes el mayor, levantándose del colchón y estirándose aún sentado—. Necesito un baño.

— La puerta de allá —señaló con un pulgar la puerta blanca en dirección contraria a la salida—. Sólo no hagas mucho ruido pensando en mi.

El castaño tomó una almohada que se hallaba en el suelo y la lanzó con furia justo al rostro del menor, quien no dejó de reír a pesar del golpe recibido.

La primera vez. [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora