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La diferencia entre la relación de Seokjin y Namjoon, y un noviazgo, era la etiqueta.

Porque las etiquetas son absurdas e innecesarias, tontas realmente, pero reconfortantes al fin y al cabo. Marcan la línea entre ser amigos con derecho a roce y novios. Sí, novios. 

Todos sabían el peso y las implicaciones de aquella escalofriante palabra; las demás personas saben con ello que una persona tiene a alguien más en su vida y si te atreves a tocar a alguien con pareja, eres una zorra inmunda. Ese es uno de tantos beneficios de las tontas etiquetas. 

Todos las entienden.

Lógica común.

No es necesario explicar por qué la lógica común no funcionaba en Namjoon. Y precisamente eso obligó a Seokjin a elevar sus niveles de paciencia. Pero algo había aprendido sobre cómo manejar las cosas con aquel muchacho moreno; si Kim Seokjin quería que algo se hiciera, él debía tomar la iniciativa.

— ¡Al fin llegas, Nam-...! 

Seokjin tuvo que respirar hondo un par de veces para no estallar de frustración.

Al abrir la puerta de su casa, Seokjin encontró a un chico de cabellos teñidos de plata, usando unos holgados pantalones de algodón negros, el jersey del equipo de baloncesto, un grueso abrigo verde y zapatillas deportivas.

— Lo siento, Seokjin —habló el menor, dando un paso al frente, y con una sonrisa besó los labios fruncidos del mayor—. Fui a jugar al parque y el partido duró más de lo que esperé.

— ¿V-Vienes de jugar? —Habló pausadamente, cerrando la puerta de su hogar—. ¡¿En serio?!

— Sí, ¿cuál es el problema?

Namjoon avanzó al interior de la casa del mayor, admirado de por fin poder verla por dentro. A decir verdad, el lugar era lo que esperaba, todo parecía pulcro y en orden, como lo era Seokjin. Al divisar el comedor en una de las alas, los ojos obscuros del moreno se abrieron con total sorpresa.

La mesa se encontraba elegantemente puesta, con manteles largos, vajilla para cuatro, velas, los platillos en el centro y un hombre sentado esperando vestido de camisa y pantalones. 

— ¡¿Por qué no me dijiste?! —Namjoon se dio media vuelta y gritó en un susurro al castaño.

— ¡Te dije que te presentaría a mis padres! —Continuó con la pelea en susurros.

— Sí, pero no mencionaste que iba a ser una cena cinco estrellas.

— ¿Pues cómo debía ser, Namjoon? —Se cruzó de brazos.

— No lo sé, Seokjin. Mi madre te conoció cuando estábamos en mi recámara.

— Fue accidental, no cuenta.

— Claro que cuenta, no es como si pudieras conocer dos veces a la misma persona.

— Por supuesto que-...

— ¿Qué hacen aquí, bebé?

Ambos jóvenes saltaron en su lugar al escuchar la voz de la señora Kim llamarlos. La mujer, vestida sofisticadamente y con una alegre sonrisa en los labios, los invitó a pasar al comedor, donde el padre de Seokjin se colocó de pie para recibirlos.

— Mamá, papá, él es Kim Namjoon.

El menor hizo una enorme reverencia, y los cuatro tomaron asiento frente a frente.

— Perdón por presentarme así —dijo nervioso el moreno—, jugué un poco hace unas horas y-...

— ¿Haces deporte? —interrumpió el señor, alegre.

La primera vez. [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora