Un día más en su tediosa y aburrida vida. El pequeño Zero se estiró con pereza escuchando como sus conexiones tronaban y se activaban, bostezó con bastante sueño y se levantó de su cama. Su alarma programada había hecho que se despertara cuando tuviese suficiente energía para moverse el resto del día. Así empezó su rutina.
Alació su larga y rubia cabellera con la que fue creado, solía tardarse un poco pues atarse tanto pelo era una tarea dura y difícil para un niño que apenas iniciaba la primaria. Suspiró frente al espejo al ver su único loock, efectivamente, ese peinado o para ser exactos, esa coleta era la única cosa que sabía hacer bien y por lo menos lo hacía lucir más "masculino". Su linda y tierna carita, esos ojos azulados, el largo y rubio cabello, esas dos bolas verdes en su pecho y una figura "algo marcada" sólo lo hacían ver como una niña, motivo de burla que le hacían sus compañeros, no, toda la escuela le decía cosas acerca de su forma de ser o cómo se veía, él era el hazme reír de la escuela. Cosa que lo orilló a ser callado y algo reservado, eso sin perder el encanto de un infante de seis años que añora jugar y soñar con lo que quisiera.
Volviendo a la realidad: con pasos juguetones y algo ruidosos debido a su metálico calzado se encaminó a la entrada de su casa para salir a la escuela. No se despedía de su creador, persona que sólo lo creó como su proyecto de universidad, una vez fuera de la universidad sólo lo mantuvo por cariño a la criaturita robótica, sin embargo, tan luego empezó a trabajar en su próximo proyecto, lo abandonó casi por completo, y se dice casi porque aún paga sus estudios y lo repara cada que lo necesita o le da uno que otro detalle como algún juguetito para que se entretenga. Pero después de todo, él lo quería como a un padre.
Caminó por las desoladas calles de la ciudad, era bastante temprano como para que alguien sano de la cabeza estuviese por ahí, sólo él y su largo camino a su colegio. Miraba el cielo cada minuto para captar como el sol empezaba a salir y las nubes poco a poco se hacían notar. Miraba la calle y contaba los carros del color de su armadura, no eran muchos pero lo entretenían. Contaba los pasos que hacía de una esquina a otra o qué tan rápido lo podía hacer. En fin, inventaba una inimaginable cantidad de juegos que sólo al pequeño Reploid se le podían ocurrir con su mentalidad de seis años. Pero en lo que más se tardaba tiempo era en pensar la respuesta a una pregunta: ¿Por qué se llamaba "Zero"?
Eso ocupaba su cabecita por un rato, él pensaba en respuestas simples como "probablemente porque soy la creación cero" o "O ¿será la calificación que pensaba que le pondrían en su proyecto?" Algunas veces reía de sus propias respuestas, le causaban un poco de gracia. Él no tenía idea pero tampoco se animaba a preguntarle, de por sí su creador solía estar de muy mal ánimo, no quería ni pensar en la respuesta que le diría.Se mantenía así en sus pensamientos hasta ver que topaba con la entrada del colegio, muy grande a las orbes de hielo del blondo, que era un poco bajo de estatura pero era de acuerdo a su edad. El pequeño entró sin dudar un solo paso, él sabía perfectamente que con cada paso no habría vuelta atrás y que sólo se auto sentenciaba a la tortura que vivía día tras día; no, no eran las clases, era el acoso por su apariencia afeminada.
En la hora de entrada permanecía intacto, sólo herido por las múltiples miradas de odio o burlonas, solía mirar como todos se susurraban algunas frases sobre él o una forma "nueva" de torturar al Reploid, nueva entre comillas porque ya había experimentado todas y cada una de las formas de acoso que se les podía ocurrir.El timbre sonó y marcó la cuenta regresiva a su sufrimiento del receso, clase tras clase, hora tras hora que el niño trabajaba, claro, no tenía de otra; sin amigos o alguien con quien distraerse. Los trabajos en equipos o en binas los hacía solo o pedía hacerlos solo.
Solía ser así hasta el timbre del recreo o receso, era ahí donde empezaba el pan de cada día, es decir, el suplicio por el que pasaba. Zero era una máquina por lo que no tenía la necesidad de ingerir alimentos o beber, por lo que se pasaba dando vueltas por el patio, o una media vuelta pues niños y Reploids de todos los grados y grupos se reunían para maltratarlo física y psicológicamente sólo por placer.
Zero no hacía nada por detenerlos, era un Reploid de batalla, diseñado para resistir millones de golpes, así que los golpes de los demás niños ni siquiera eran cosquillas para él, sin embargo, era molesta la sensación que reemplazaba el dolor.
¿Se defendía? No ¿Gritaba? Tampoco. Zero no hacía ni el mínimo esfuerzo por defenderse salvo cubrir su cara o cuello con sus brazos. Pero ¿Si era un Reploid de batalla, por qué no se defendía? Es simple la respuesta, conocía su fuerza, sabía de lo que era capaz de hacerle a un joven o a un Reploid con un simple golpe: desde causar daños permanentes internos y externos, hasta causar la muerte. No quería lastimar, mucho menos terminar matando por accidente a alguien sólo por defenderse, él no sentía justo aquello y tampoco quería vivir con la sensación del remordimiento por haber matado o lastimado. Para evitarse aquella cadena de emociones sólo se limitaba a únicamente recibir y no dar golpes.
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Childhood Friends
FanfictionHumanos y Reploids ¿Cuál es la diferencia? Los dos piensan, sienten y actúan... ¡Ah! ¡Sí! y también crecen. El joven Zero es víctima de bullying, es ese que siempre se sienta atrás y prefiere el silencio antes que las palabras. No tiene la vida fáci...