Anne (1)

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Anne

Uno lo sabe.

Es consciente de ello desde el primer momento que los mira, absortos en su mundo y perdidos en sus pasos indomables, imponentes, imparables, lo sabes cuando vislumbras su silueta borrosa, lo sabes cuando es demasiado abrumador como para sacártelo de encima, lo sabes cuando tus ojos se encuentran con los suyos y ya es demasiado tarde para arrepentimientos.

El mundo carece de colores que despierten la atención de uno, esa Tierra insulsa que conocemos y que saca a relucir sus vanidades, lo mejor de sí misma, otorga una variedad que resulta, embriagante cuando eres nueva en sus juegos y sólo quieres seguirle el paso, con sus rostros maquillados, sus sonrisas ensayadas y sus palabras seleccionadas, en medio de la mentira y la hipocresía, del témpano de la maldad y la ignorancia, enemigo de los que observan el mundo desde arriba, crece entre ellos aquella belleza que resalta de la hiedra por la viveza de su color, lo oloroso de su aroma, la suavidad de su piel.

Lo vulgar que resulta su resplandor, lo rápido que trabajan nuestros sentidos y lo fácil que se permite cautivar el cerebro por una fachada bonita debería ser considerado un misterio para nuestro limitado conocimiento, lo que resulta bonito para una mayoría será considerado bonito también para los marginados, los olvidados y los ateos a las ideologías de este mundo.

Me hago constantemente una pregunta cada vez que me dejo inundar por mi mar de penurias y los arrullos de mis demonios, qué es lo que hubiera sucedido de mí si es que no hubiera volteado, si hubiera decidido charlar con otra compañera, si me hubiera contentado con la banca del medio y no la de la esquina izquierda, me cuestiono a mí misma, qué hubiera sido de mí si decidiera pensar en esos días, que era más sensato ignorar su presencia que adorarla, que era preferible olvidar antes de desmenuzar sentimientos de doble filo que te arrancan pedazos de ti misma en el transcurso.

Sus burlas, su mirada, la tensión, lo que pasó en mi imaginación, lo que desee que pase y lo que en realidad sucedió, el perfecto componente para traer lástima y pesar sobre mis hombros, esta realidad que causa estragos sobre mi culminará matándome a mí antes que a él, bebiendo de mi esencia que se ha tornado maligna, como sus labios que un día yo anhelé besar.

Mi dignidad, mi encanto, mi felicidad ¿a dónde se marchó? ¿Y mi inocencia, mi amor y mi seguridad? Todo se fue con él, con su mirada feroz y su sonrisa encantadora, él me lo ha arrebatado con hermosa crueldad en sus facciones, sin dudar en sus acciones.

No es justo que mi presencia signifique nada para si, que mi intervenir en su día o día sea un detalle que pasa inadvertido frente a sus ojos, no es justo que me desviva para que él piense en mí un instante, como una broma, como un chiste, como una forma de conservar su ego que tanto lo enaltece y que para mí, él lo sea todo, todo, todo.

Él ha pateado mis barreras, ha transformado mis sueños, me ha tornado en este huracán lleno de emociones, y siento que cuando estoy con él, ando en picada, él yace en cada partícula que respiro, en cada lágrima que no derramo, en toda palabra que me gustaría gritarle para hacerle comprender cómo es que me siento.

¿El amor? Una ilusión, una pesadilla, un carrusel, una ceguera, una pandemia, porque las heridas que me hizo podrán algún día sanar, pero siempre serán testigos de su naturaleza inverosímil.

Porque ¿quién mejor que yo para hablar sobre quién me rompió, me lanzó contra paredes tan grandes como mis miedos, me tomó entre sus manos y me volvió a armar de nuevo? ¿Quién mejor que yo para narrar quien fue, quien es y quién será si su maldad sigue siendo más grande que el potencial que tiene para ser la persona que yo vislumbre, él podía convertirse?

Este es solo el comienzo, lo prometo.

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