Anne (6)

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7:30 am 

Quincena de junio del 2014 

Akira me lleva por lugares plagados de gente vestida con colores llamativos y coletas desordenadas que se mueven divertidas ante sus pasos presurosos, mis piernas arden por tratar de seguir su ritmo, siempre imparable y latente, ella es mucho mejor corredora que yo, es la más rápida del salón, y yo soy sólo una espectadora de su talento.

Pasamos bajo la oscuridad de aquel desdichado túnel, de piedras grandes y ahuecadas en donde el musgo crece libre y la hierba que nace carga con los pesares de los habitantes de esta academia, mis pies se encuentran con charcos de agua inmunda, pero Akira no se detiene, su largo cabello negro y lacio se ve agitado por el viento y el agarre en mi brazo no duda ni se rompe. Largo un suspiro por su terquedad que carece de límites y mi gran curiosidad que me producen estos temas.

Dejamos el túnel atrás y personas con las mismas características de antes nos encuentran poco vistosas bajo sus miradas emocionadas y nerviosas, hoy es la inauguración de Olimpiadas de la academia y el premio es mucho más jugoso que los años anteriores. La sección que gane gobernará el internado por todo un mes, una oferta irresistible que nadie puede dejar pasar.

Mi mente trata de seguir el ritmo, e intentando encontrar una distracción para mi cansancio, me concentro en el ambiente, sus impenetrables árboles de tosca madera marrón y sus ramas, largas que se contornean para llamar la atención de quienes las admiran, otorgan un relajante ambiente que me hace sentir como en casa. Bordeamos el lago y escuchamos gritos de nuestros compañeros para que nos apuremos y nos dirijamos hacia el campo deportivo, en donde se celebrará toda esta festividad, Akira sólo atina a apretar el paso.

Al final del sendero, nuestro desconocido destino, hay un lugar en donde las cabañas abundan y un gran letrero hecho a mano nos da la cálida bienvenida.

Cuarto de secundaria es dueño de estos aposentos.

Observo a Akira, confusa, y soy testigo de cómo una gran sonrisa anda colándose de oreja a oreja. Me invade el miedo por lo que sea que me vaya a mostrar acá.

"¿Me privaste de mi recreo por esto?" mi tono suena más rudo y hostil de lo que prevenía, pero la muchacha no se inmuta ante mis palabras, sigue distraída, cegada en su mundo, chispeantes son sus ojos que recorren su alrededor. "Akira"

"Es un chico, no lo había visto antes, me pidió prestado mi lapicero y es tan lindo" su alegato no parece lo suficiente como para que pueda disculparla "Tiene unos increíbles ojos marrones y una voz tan grave. Muero que lo conozcas, eres tú la que mejor da consejos en chicos y ¡Oh Dios!" Mis oídos claman que me aleje de sus gritos, y estoy apunto de hacerlo hasta que me sostiene cerca de ella, tomando mi mano y causando que me doble sobre mi estómago "Es él"

Su dedo no conoce de vergüenzas y su cerebro no tiene conexión alguna con la discreción, una de las básicas cosas que conoces de esta mujer, lo primero que veo al arrastrar mi mirada es una ancha espalda que encuentra refugio en una camiseta azul, el número dos pintado en la espalda y su nombre la encabeza: CAÍN, se lee en una letra arial blanca y mayúscula, su cabello negro corto y aún no he conocido esos ojos marrones que se presumen ser tan encantadores.

"Linda espalda" es todo lo que se me ocurre decir, es más alto que el promedio de hombres, eso hay que admitirlo "Seguramente es un bastardo con suerte que pasará la aventura de fin de semana contigo Akira ¿podemos largarnos ya ahora?"

"¿Cuándo dejarás de ser tan negativa respecto a los hombres?"

"En el preciso instante en el que tu inseguridad hacia ellos, bastante contraria, hay que decir, busque refugio en sus brazos cuando eres consciente que te dejarán caer cuando ellos obtengan lo que desean"

Pero no hay frase que pueda llegar a crear efecto en su testarudez, magníficamente grande e irritante, sus labios se curvan en una sonrisa coqueta, y ahí vamos en el juego de nuevo.

Sus pies se mueven bajo la tierra erosionada y el montón de hojas otoñales que la adornan, su seguridad es enorme y se derrocha en cada paso que da hacia él, sus dedos dan dos toques en su espalda que acabo de halagar y le transmito mis mejores vibras desde la distancia.

Voltea sobre sus propio eje, y jamás he conocido un rostro con rasgos como los suyos, una nariz, perfilada y bien dibujada ocupa su rostro, cejas naturales, pero cuidadas y unos labios rosados reclaman atención, la curva en su mentón es realmente difícil de no mirar y apreciar.

Hasta que me mira.

Es solo un simple roce de ojos, nada amoroso sale de sus iris, y los mío no han de reflejar nada más que mi desinterés y cansancio, esta falda negra de admiradora y estas medias blancas hasta las rodillas son de una tela apabullante y la camiseta sin mangas se me pega por el sudor.

He de verme del asco, pero no puede importarme menos.

El tono de Akira es bastante más fuerte de lo normal al decir.

"Hey, sé que esto es muy raro y algo estresante pero te quedaste con mi lapicero hoy en la mañana, te lo presté para que rellenaras la agenda hoy en la formación, no se puede vivir con el profesor Espinar acosándote para que llenes la fecha" identifico un tono persuasivo en su risa y apuesto que sus ojos expresan mucho más de lo que dirá "Es mi lapicero de la suerte, por favor"

Él sonríe, no completamente, pero no necesita esfuerzo para que sus hoyuelos se denoten en sus mejillas.

"No hay problema" rebusca en su bolsillo izquierdo de su buzo azul y saca un bolígrafo de color violeta lleno de bisutería dorada "Ha sido un placer cuidar de esto, mientras duró"

"El placer es todo mío porque hayas sido tú el que lo haya cuidado"

Y sus intensiones son claras, mientras se da la vuelta y él, indescifrable, la observa llegar hacia mi lado. Siempre envidiaré la facilidad de Akira de hacer derretir a los chicos de la forma en la que lo hace.

"Vámonos Anne, las cosas caerán por sí solas desde ahora" parece satisfecha y sé que eso juega a mi favor porque eso significará menos pesar e irritación para hoy cuando descienda la tarde, entrelaza su brazo con el mío y sus ojos jalados se vuelven diminutos cuando sonríe, por simple instinto, torno mi cabeza hacia atrás para verificar si la baba del recién conquistado hace su camino hacia acá, pero me sorprende al darme cuenta que está mirando hacia esta dirección, mas soy yo su punto de concentración.

Sus ojos marrones dicen algo, pero no sé que es.

Decido dejar eso pasar, mientras me pierdo a mí misma en charlas banales y risas eternamente momentáneas.  

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⏰ Última actualización: Dec 25, 2016 ⏰

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