Prólogo

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Renuncia:

Los personajes de Dragon Ball y sus sagas no me pertenecen, son propiedad exclusiva de su creador Akira Toriyama.

Acerca de la historia:

La historia se ubica en un Universo Alternativo en el que Freezer es un malvado dictador que quiere el poder total de la Tierra. Muerte, destrucción y desolación es lo único que se puede ver después de años de guerra, en la que distintos grupos opositores al régimen impuesto por Freezer hacen todo lo posible por derrocarlo. Son Goku será el protagonista, con un carácter distinto debido a que en este fanfic lo mostraré como un hombre que está cansado de ser parte de la injusticia. Así es, el pueblo saiyajin vive, pero después de años de servicio leal al tirano, están listos para ser libres.

Milk será parte fundamental de la historia. De niños ella y Goku eran los mejores amigos, pero por azares del destino se separaron. En este mundo oscuro, el bello recuerdo de lo que fueron es lo único que los mantiene vivos (Demasiado spoiler, pero es necesario)

El aire traía el olor de la muerte. Una pila gigantesca de cadáveres estaba siendo incinerada y el penetrante olor a chamuscado invadía sus fosas nasales. Mujeres, hombres, ancianos y niños fueron masacrados terriblemente, solamente por luchar por una noble causa, un objetivo en común: ser libres. Libres de ser lo que fueron, libres de estar tranquilos sin la horrible inseguridad de ser asesinados por querer tener una vida tranquila. Injusto. La vida fue injusta con ellos. A veces no siempre se tiene lo que se merece.

Volvió el rostro hacia el cielo, las nubes grises amenazaban con desatar una tormenta y apagar las salvajes llamas que devoraban los cuerpos amontonados vilmente unos sobre otros. Ni siquiera un entierro digno. Quemados como una pila de basura, porque para el tirano, ellos sólo eran eso, basura que debía ser limpiada de la faz de la Tierra, un mundo que muy pronto le pertenecería totalmente, que tendría que reverenciarse ante él y cumplir toda orden sin titubeos.

¿Por qué la necesidad del hombre, o mejor dicho, el deseo, la sed de poder? ¿Por qué ese impulso de ser el primero, de tenerlo todo a sus pies? ¡No era más fácil tener una convivencia armónica y pacífica, que tener que soportar el maldito hedor que se colaba por su nariz?

No.

No para Él.

Un ser con infinitas habilidades y una capacidad de convencimiento a través de la oratoria que haría llorar aún al ser más duro. Palabras bellas, endulzando una realidad que era por demás amarga, un futuro incierto y un presente deshonroso. Un hombre cuya mente retorcida era la autora de los más sangrientos suplicios, que se regodeaba con los gritos desgarradores que lanzaban sus víctimas al momento de ser mutilados lentamente, que saboreaba sin ninguna culpa la sangre fresca que salpicaba a su rostro frecuentemente y, lo peor de todo, se divertía como nunca cuando sus desafortunadas víctimas rogaban clemencia. Un error muy común en ellos, pues el monstruo que los atormentaba no conocía el significado de tal palabra. O al menos no la había puesto en práctica.

Malditamente astuto. En innumerables ocasiones el bastardo se había visto libre de la muerte, aun cuando ésta era casi inevitable. Así era, a grandes rasgos, el maldito engendro al que él y los demás de su raza habían jurado lealtad. Lealtad que en pocas ocasiones había sido recompensada y no obstante, se mantenían fieles hasta el final.

Había conocido lo que era odiar con toda el alma. Desde muy joven lo descubrió. Fue en aquella ocasión que lo había visto lanzar sonoras carcajadas mientras un pobre hombre, desprovisto ya de sus extremidades inferiores, besaba sus pies en un intento vano de ganar el derecho a vivir. Las risas pararon de un momento a otro, el rostro de Freezer sin ninguna expresión y el hombre levantando una mirada asustada a su verdugo, quien sin previo aviso, sacó un navaja colocándola cerca de su cuello y tomando al hombre que gemía por la angustia le preguntó "¿Piensas que perdonaré tu vida, insecto?" El labio inferior del prisionero temblaba, intentando vanamente de detener las gruesas lágrimas que brotaban de sus ojos brillosos. Todos los presentes sabían que aquel hombre no viviría más, y así fue. Lo vio tendido en el suelo, en un charco formado por su propia sangre y con un horrible agujero en la frente. Freezer miraba la escena minuciosamente, grabando en su memoria cada detalle de su obra macabra. Luego ordenó que se limpiara el desastre y le llevaran al siguiente prisionero. Jamás en su vida deseó tanto la muerte de otro ser humano.

Apretó los párpados, tratando de olvidar el momento que le provocó tantas pesadillas cuando niño. No había más pajarillos en los árboles cantando, anunciando de feliz manera el inicio de un nuevo día, una nueva oportunidad de vivir sin la muerte acechándoles en cada momento. No más risas infantiles invadiendo el aire matinal. No más desayuno en familia. No más planes a futuro. No más.

Todo, absolutamente todo había sido reemplazado bruscamente por un panorama casi apocalíptico. Los verdes árboles, o bien estaban repletos de cuerpos colgando de cabeza o yacían quemados aún de pie adornando el frío complejo que se cernía a sus espaldas. En el bosque los árboles aún mantenían su verdor, pero sólo eso. Los pajarillos y demás animales se escondían en las profundidades del mismo, haciéndolo más peligroso que antaño.

Suspiró con pesadez. Las risas ahora hacían eco en su memoria como un recuerdo tortuoso de lo que había sido su vida y tal vez jamás volvería a ser. Explosiones, gritos de dolor y desesperación, la movilización constante del ejército de Freezer había roto absolutamente cualquier indicio de calma en el mundo.

Tal vez era mejor morir que seguir aguantando sus estupideces, pero eso era de cobardes. Él jamás pidió ir ahí, pero su padre le había dicho que era su deber permanecer con su gente. Le hicieron ver las cosas desde una perspectiva monstruosa y distinta. Tanta crueldad y maldad habían sido demasiado para apreciar a su corta edad. 13 años y ya era parte de un ejército, peleando en una guerra que no era suya, luchando por un objetivo que transgredía absolutamente todos los valores que su abuelito Gohan le enseñó alguna vez. Su mismo padre le arrebató su infancia, las ganas de vivir. Los juegos infantiles, las risas de su abuelo fueron borradas brutalmente cuando le pusieron por primera vez un arma en sus pequeñas manos, y cuando ésta se disparó por primera vez su vida perdió todo sentido al mismo tiempo que la bala perforaba el pecho de la joven mujer, arrebatándole así la vida.

Aquella noche lloró por ella y rogó al cielo su indulgencia, el perdón de un pecado que había sido obligado a cometer a tan corta edad. No había esperanzas. Todo se había perdido.

Espero que les haya gustado y que quieran que lo siga. Si así lo desean, también pueden dejarme sus reviews, ya que esto me ayudaría para saber si lo hago bien o tengo algunos errores y en qué puedo mejorar. Sin más, muchas gracias por leer.

Aún vive la esperanza [Goku&Milk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora