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Una nueva época acababa de comenzar.

En épocas de invierno era de costumbre realizar una especie de festival en Japón para despedir aquellas épocas de verano.

Los alumnos salían más temprano debido a la lluvia que, a cada día que pasaba, eran cada vez más fuertes. Solía — no siempre — caer granizo, era algo lindo pero peligroso a la vez y es que, no sería muy lindo morir porque un pedazo de hielo aterrizó en tu cabeza ¿verdad?

Las personas iban y venían de un lado a otro, otras ocupadas atendiendo sus celulares y otras, simplemente, sonriendo y pasando Buenos momentos con sus familiares y amigos.

Cierta chica sonrió inconcientemente, a ella le agradaba ver la felicidad de los demás, no escuchaba el mundo que la rodeaba, ¿cómo sería escuchar el canto de los pájaros, las risas de las personas, el motor de los carros al arrancar, las voces de las personas? Eso era algo imposible de preguntar.

La chica dio un suspiro largo mientras forzaba una mínima sonrisa, a lo lejos vio una niña pequeña — de unos tres a cuatro años — llorando preguntando por su madre.

La chica trató de ignorarla, pasó por su lado y justo en ese momento siente que alguien le toma por la blusa, da media vuelta y ve que es la misma niña de antes.

Observó como pronunció algunas palabras, ¿qué acababa de decir? Era lo único que pensó. La pequeña seguía pronunciando palabras que Enserio quería escucharlas, más no podía.

A lo lejos, una mujer mayor de edad venía corriendo hacia donde se encontraba ella y la pequeña; la abrazó y besó.

"Gracias..." — logró entender.

¿Gracias? ¿Qué había hecho ella para merecerlo? Nada, absolutamente.

"¿D-de nada?" — Respondió insegura, con un tono de voz apenas audible.

La mujer sonrió y se marchó junto con su hija por el mismo camino por el que había llegado corriendo, la chica siguió su camino de regreso a "su hogar", o eso creía; a decir verdad, le gustaba pasar el menor tiempo posible dentro de aquel lugar, lo detestaba.

Llegó y lo primero que hizo fue tomar una gran bocanada de aire para luego girar la perilla y abrir la puerta, entró con sumo cuidado asomando la cabeza tras la puerta: luces apagas en total silencio, ño que daba a entender que sus "padres" no se encontraban.

Un alivio recorrió el cuerpo de la chica.

"Menos mal" — Susurró.

Caminó hacia su habitación para posteriormente encerrarse y no salir de ella Hasta la mañana siguiente, si fuese posible, de seguro su tan querida "madre" estaría por llegar.

Se asomó a la ventana ya que algo le había llamado la atención, se acercó más y observó como pequeñas gotas de lluvia de deslizaban por el cristal de su ventana. Las personas iban corriendo de un lado a otro colocando cualquier objeto sobre su cabeza para intentar no mojarse, lo cual era absurdo.

Se alejó de ahí para recostarse sobre su cama, amaba la lluvia especialmente por el agradable clima frío que se sentía, seria perfecto — y le hace falta — dormir un poco, ¿anoche habrá dormido? Ni siquiera ella lo sabía.

[...]

La hermosa chica fue abriendo los ojos lentamente mirando a su alrededor, había dormido y eso era un milagro. Buscó con la vista el reloj de pared: seis y media. ¿Tanto así había dormido? Incluso a ella misma le resultaba extraño, ¿sus padres habrán ya vuelto? Lo duda, ya la hubieran despertado de ser así.

Inquieta bajó rumbo a la primera planta para comprobarlo, todo estaba increíblemente igual a cuando había vuelto, ¿dónde se habrán metido?

Lo pensó por algunos segundos... ¿se habrán perdido? ¿la habrán abandonado? ¿estarán nuevamente en sus "trabajos"? La simple idea de que la hubieran abandonado le gustaba pero a la vez no, eran sus padres después de todo.

Tenía un vestido corto blanco encima, sandalias de casa formal y su peinado igual que siempre, aun así frío y se notaba que estaba lloviznando por lo que tomó un abrigo largo saliendo así de la casa.

Cruzó varias casas y calles pero no había rastro de sus padres, la noche comenzaba a caer y más frío se aproximaba a la ciudad de Tokio, en donde se encontraba. Decidió volver, puede que mañana estén de regreso, aunque espera que no.

Iba caminando pero paró en seco, justo doblando un callejón se encontraba un pequeño gato durmiendo, sus intenciones de llevárselo eran claras pero conociendo a sus padres, de seguro no lo querrán es más, ni siquiera soportan a su propia hija.

Se acercó hacia el felino y lo envolvió en una manta que tenía dentro de su abrigo, se aseguró de envolverlo bien y se marchó rumbo a su hogar. Si sus padres no aparecían sin dudar traería al felino a su casa pero ¿seguirá ahí mismo? ¿sus padres regresarán? Esto es problemático.

Entró en su casa dejando el abrigo a un lado, tenía hambre — para no variar — así que aprovechó la ausencia de sus padres para abrir el refrigerador pero antes se encontró con un sobre pegado a este.

¿Todo el tiempo estuvo ahí?

Sin mas lo abrió.

"Tu padre y yo hemos decidido dejarte, tu tío te enviará el dinero que necesites así que pídele todo a él, ¿quedó claro?"

Y eso fue todo.

Ese "mensaje" no la había sorprendido, sus padres nunca la quisieron y ya se extrañaba que no la hubieran votado o dejado mucho antes. Algo húmedo resbaló por su mejilla a la vez que algo, muy dentro de su pecho, palpitaba velozmente sintiendo un gran vacío en su corazón.

¡Cómo duele todo lo que le ocurre! Nunca fue fácil para ella vivir así, con anemia, sufriendo una enfermedad tras otra debido a la mala higiene y alimentación que sus "padres" le brindaban y su poca atención, hubiera muerto de no ser por su tío, la única persona a la que llegó a amar.

"Ojalá todo sea mas simple a partir de ahora" — Dijo limpiando sus mejillas ya rojas.

Azúcar |Kuro Y Tú. ¡Servamp!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora