Un niño de diez años aproximadamente, sonreía con los ojos llenos de lágrimas. Llevaba una mirada de entusiasmo, dolor y tristeza.
Alguien lo golpeaba, una y otra vez con unas cuerdas que le cortaban la piel. A ella no parecía darle pena, tampoco tenía intensiones de parar, lo hacia con tanta furia. Estaba frustrada y trataba de liberarse haciendo daño a su hijo, como siempre hacia. Él no comprendía, porque nada malo hacia, sin embargo no refutaba, mas bien con todo el dolor... apreciaba el maltrato y amaba cada marca que quedaba en su espalda con el pensar de que esa era la forma en que su madre le brindaba amor, y que cada cicatriz era un regalo.
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De luz y sombra.
RandomPasan cosas que nadie nota, y esas cosas me han hecho ser lo que soy en el día de hoy. Para bien y para mal. Para su beneficio y para mi desgracia. Para convivir y para distanciar.