Octava llave: Palacio de Cnosos

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Me gusta caminar y recorrer el palacio tocando con la yema de mis dedos los frescos, su textura varía de acuerdo a la pared y los pigmentos que usan al pintar.

Cuando sea más grande pintaré, mamá me lo prometió, ahora solo puedo verlo hacer o jugar con otros niños y en ocasiones asisto a unas clases donde nos enseñan a escribir, esos hombres que saben todo y son tan sabios siempre nos ayudan.

El palacio es enorme, amo pasear y curiosear por cada una de sus habitaciones mientras nadie se da cuenta, los santuarios que están bajo la tierra son mi lugar favorito al igual que el patio en el centro de mi casa, sí, el palacio es mi casa.

Desde aquí me siento pequeña y maravillada por la belleza de este lugar, papá lo construyó para levantar su imperio, ser poderoso, cuidar su gente y a nosotros. Sueño enamorarme de un hombre como papá.

En ocasiones subo todos los pisos del ala este, donde están las cámaras reales, tengo un pequeño secreto, gracias a la ventana de la última puedo ir al techo, espero que nadie me descubra "una princesa no puede andar así" según mi madre. Desde aquí puedo ver todo en otra perspectiva, es más pequeño y el diseño laberíntico se distingue a la perfección, aún sigo sin poder encontrar la entrada a una zona donde el laberinto se vuelve más estrecho y pequeño, es como si intentaran esconder un secreto.

Hoy tengo clases, voy corriendo porque llegaré tarde y me regañaran... En la clase nos contaron una historia muy extraña, dicen que en este lugar vive un Minotauro y para que no se cruce con nosotros se encuentra aislado en un laberinto más pequeño, por eso en las noches se escucha el llanto de una bestia y como corre sin encontrar salida.

Según mis amigos, el minotauro es mi hermano, hijo de mi madre y un toro blanco que le obsequio Poseidón a papá... Me fui corriendo no podía ser verdad.

-Mamá, mamá, ¡dime que no es verdad!

-¿Qué cosa hija?

-Que el minotauro existe y es tu hijo...-grite desesperada.

El silencio se instaló y un golpe duro sobre la mesa me sobresaltó, en ese momento reparé en que estaban todos, mis hermanos y mis padres, sentí arder mis mejillas y llenarse de lágrimas mis ojos, una bestia lleva mi sangre.

El rostro de mi madre y el enojo de mi padre me lo dijeron todo, tan sorprendidos como yo, mis hermanos, exigimos saber la verdadera historia, la cual no estábamos preparados a escuchar.

Pasaron días en los que me aislé de todos, pero la curiosidad y el enojo me hicieron preguntarles más cosas a mis amigos y él, sabía más de lo que esperaba...

-Se dónde está la entrada, a que ninguno se anima a entrar, son todos unos cobardes-dijo Ares, uno de mis amigos.

-¿Y tú ya entraste?-Pregunté curiosa

-Solo unos pasos, vamos...-Incitó a la aventura. Pero solo yo acepté, en unas noches iremos, cuando la luna estuviera llena y diera luz como el sol al día.

Llegar allí era muy complicado, se escuchaban murmullos de un animal grande, las pisadas fuertes y erráticas como también se percibía la desesperación y la soledad, entramos, nuestros corazones latían desbocados y las respiraciones entre cortadas, de una esquina de mi vestido solté un hilo atándolo a la rama de un árbol.

Cada vez era más difícil ver y respirar, el aire era denso y la luz escasa–creo que debemos volver-susurre asustada.
Un sonido gutural hizo que saltáramos hacia atrás y cayera lastimando mi pierna, estábamos desesperados por volver, una vez de mi pie me quede petrificada, ahí estaba imponente ante nosotros, sus ojos rojos deseosos de sangre y carne humana.

Grite horrorizada ¡hermano! , no reaccionó, solo nos embistió a ambos. Ares murió mirándome a los ojos, la sangre emanaba de su boca y nariz me dejó en trance pero al oír como los músculos eran desgarrados por sus fauces salté y como pude volví mientras esa bestia comía a mi amigo, al único muchacho que me gustaba.

Gracias al hilo de mi vestido logré salir y con la voz rota jure vengarme, no merecía vivir. Cambié demasiado luego de esa experiencia, las pesadillas, el olor a la sangre me persiguieron por mucho tiempo. Ya pasaron unos cinco años y a días de mi cumpleaños todo se puso negro para mi familia, mi hermano mayor fue asesinado.

Mi padre en la ira buscó justicia y decidió que catorce jóvenes entraran al laberinto y murieran, para que sus padres y su pueblo comprendieran el dolor que este pasaba día a día, se hacen grandes celebraciones en torno a esto y los gritos que se escuchan a lo lejos son festejados con aplausos y otros en silencio.

Hoy es la tercera vez, llegaron siete varones y siete mujeres, se hizo un desfile y ahí conocí a Teseo, un muchacho apuesto y de ojos cautivadores, fue atento y dulce conmigo todo el tiempo que pase a su lado, una tarde  me contó su secreto, venía a matar a la bestia y como lo había jurado años atrás, lo ayudé. Prometió buscarme luego y huir lejos, muy lejos a vivir nuestro amor.

Al fin morirá y vengaré mi dolor...Y así fue, el minotauro murió, Teseo salió y me llevo con él al puerto donde nos escaparíamos juntos pero de último momento me tiró en la orilla dejándome abandonada, suplicando un lugar a su lado...

Con lágrimas en los ojos y el odio carcomiendo mi alma lo maldije, desee que sufra igual o peor que yo y por lo que se fue así, Egeo se suicidó en el mar por que Teseo se olvidó de cambiar las velas negras.

Hablar de ello aun me hace llorar pero he sobrevivido al dolor.

 Las  llaves del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora