CAPÍTULO 1

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A ver... por dónde empiezo...

Mi nombre es Sophia, estoy en último año de secundaria y mis notas son las mejores. Ok sí soy la típica chica nerd, pero en realidad siempre he sido así, y me gusta. Tengo sueños como todos y quiero cumplirlos. Eso de estudiar por un objetivo se siente bien.

Cualquiera diría que con mis notas mis padres estarían orgullos de mí, que me felicitan y me consienten, pero NO. Eso no es así. Debería pero no es así. Muchas de mis amigas desearían tener mis notas para que sus padres las dejen salir o lo que sea, pero en mi caso es todo lo contrario. Por más que estudie, por más que me prepare siempre es lo mismo, me exigen cada vez más, hago todo lo que puedo, estudio día y noche para complacerlos y eso para ellos no parece ser suficiente. No sé qué esperan de mí, que sea Einstein o qué. Lo único que quiero es que mis padres se sientan orgullos de mí, que me digan un ¡Te Felicito!, ¡Lo Hiciste Bien!, o algo, pero nada..., parece ser que para ellos nada es suficiente. Aman la perfección.

Soy su única hija y a veces pienso que ellos quieren que sea la mejor, así como ellos, y que aproveche las oportunidades. Pero es que a veces es tan difícil complacerlos, los amo en serio, pero en ocasiones siento que ya no puedo más. Desde que tengo uso de razón siempre han tratado de mantenerme en una burbuja, en una esfera de cristal de la cual no quieren que salga nunca. Quieren que viva en su mundo y nada más.

Siempre he sido "la luz de sus ojos", según ellos, pero siento que eso no es así; Sophia estudia, Sophia no salgas, Sophia concéntrate, Sophia, Sophia, Sophia... estaban colmando con mi paciencia. Yo no era de contradecirlos, pero en serio estaban acabando conmigo. Cada día respiraba un poco menos.

Creo que todo tiene un límite, y mi límite estaba llegando al tope. Y es que no solo me exigían en el estudio sino que empezaron a controlar las mínimas salidas que tenía, a vigilar con quién andaba, cada paso que daba ya ellos lo sabían. 

¿Creen que exagero? Pues no. Todo es absolutamente cierto. Yo no era una santa, pero cada vez que quería salir con un chico, lo cual no era todos los días, tenía que armar toda una estrategia: tener números de emergencia, cómplices,  y hasta vigilantes, por si en algún momento veían a alguno de los empleados de mis padres, vecinos o familiares. No era que hiciera algo malo pero tenía que ser completamente precavida.

Hoy era un día espectacular, un día perfecto para salir a comer un helado y ver una película con mi amiga Abril. Con el permiso de mis padres por supuesto.

-Ab apúrate ya, escoge la película, quiero comer mis palomitas – Le decía a mi amiga mientras esperaba a su lado. El joven que nos atendía estaba a punto de darle una bofetada si no escogía una película ya, detrás nuestro ya había bastante gente esperando.

-Espérate Sophy, es difícil escoger quiero ver todas- decía mientras miraba la cartelera una y otra vez.

-Terminemos con esto... dos boletos para Maze Runner por favor- Le dije al joven ya cansada de esperar.

-Pero...- Abril comenzaba a hacer pucheros como niña pequeña.

-Tuviste tu oportunidad y no la aprovechaste así que jódete- Le di mi sonrisa más hipócrita y sarcástica mientras pagamos los boletos y entramos a la sala.

Mientras mirábamos la película unos chicos, que se encontraban una fila más abajo de nosotras, no paraban de mirarnos y Abril les seguía el juego, coqueteándole a uno de ellos descaradamente, típico de ella. 

Todas las dos hora pasaron entre miradas y risas silenciosas. ¡Dios! estos chicos me irritan. No sé para qué pagan a ver una película si es lo menos que vienen a hacer.

Cambios RepentinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora